La llegada de un niño a una familia supone muchos cambios para todos sus miembros, especialmente los padres. Un bebé precisa de atención las 24 horas del día y es sobre todo en sus primeros meses de vida cuando sus progenitores tienden a no separarse un segundo de él. Eso genera un esfuerzo que acaba por provocar un cansancio, que unido a la más que probable falta de sueño, hace que dejen de lado otros aspectos de su vida. El afectivo con la propia pareja y, por consiguiente, también el sexual, es uno de los más afectados.
Cuando se tiene un bebé los padres se centran en él y en el caso de tener otro niño en la familia en éste último también para que no se sienta desplazado. Ellos mismos y su relación queda en un segundo plano por diversas razones que veremos a continuación. En el artículo de hoy hablaremos, además, de qué hacer para recuperar la vida sexual tras haber tenido un hijo.
Causas del alejamiento sexual
La primera y más importante es las atenciones que requiere el propio bebé. En las primeras semanas de vida precisa una supervisión prácticamente constante y se convierte en la prioridad de sus padres. No hay tiempo para nada más que él y el poco que se consigue arañar se usa para tareas básicas como alimentarse, dormir o asearse.
Según va pasando el tiempo los padres recuperan su rutina. El niño duerme más de seguido y por lo general no presenta la intranquilidad de los primeros días. Este periodo coincide con la vuelta al trabajo de al menos uno de los padres y la recuperación de cierta vida social.
Es una situación normal
Mientras tanto la relación afectiva entre los padres se mantiene en un segundo plano y más aún la sexual. Es un abandono natural, que se produce en todas las parejas que han tenido un niño, así que tampoco es motivo de alarma. No hay tiempo para recuperar la vida sexual ni la intimidad ni darse al placer. Eso es lo que llegan a creer los padres.
Al principio la cuarentena tras haber dado a luz no recomienda que la pareja practique sexo durante las semanas posteriores al parto. A ello se suman, por lo general, las molestias que haya podido tener la madre tras haber tenido a su hijo. Dificultan sobre manera que los padres recuperen la intimidad como pareja.
Inseguridades y miedos de los padres
A ello hay que sumar otra consecuencia del embarazo. Por lo general una vez superado el parto la madre ha ganado peso, lo que puede hacer que no se sienta segura de sí misma y crea que no es deseada por su pareja. Esto hace que en ocasiones sea la madre la que retrase la recuperación de la vida sexual y como ya vimos antes, excusas encuentra de sobra para no practicar sexo con su pareja.
El hecho de retrasar la recuperación de la intimidad puede llegar a hacer que el problema se encalle dado que, salvo que se tomen medidas en el sentido contrario, la inseguridad y el rechazo hacia el sexo será cada vez mayor. Esto puede llegar a suponer un retroceso en su relación de pareja, lo que hace que la situación se vuelva aún más complicada.
La madre toma la decisión
Por lo general es la madre del bebé la que mantiene las distancias a la hora de volver a practicar sexo tras el parto, pero es cierto que ambos padres tienden a compartir los mismos miedos. Es habitual creer que por dejarse llevar por el placer se está dejando de lado al hijo y que debería aprovecharse todo el tiempo posible para estar con él.
Hay miedo a lo que pudiera pensar si el niño se despierta mientras practican sexo y no lo oyen, o si el bebé les escucha o los ve en alguna postura comprometida. Son miedos infundados porque, evidentemente, cuando tiene apenas unos meses el pequeño no es consciente de lo que ve más allá de formas y colores. Mucho menos va a recordarlo ni a corto ni a largo plazo.
Miedos infundados
Todos los anteriores son miedos infundados. Ni tu pareja va a dejar de encontrarte atractiva por haber ganado kilos con el embarazo -puede que incluso ahora le resultes aún más sexy - ni el bebé se va a traumatizar por veros en la cama. Si lo pensamos aplicando la lógica todos sabemos que es así, pero también es cierto que es habitual dejarse llevar por estos miedos que en el fondo lo que arrastran es un sentimiento de culpa por dejar de pensar por unos instantes en el niño para abandonarse al placer.
No es fácil desecharlo y aplicar esa lógica cuando se es padre. El hecho de estar cansado, no dormir las suficientes horas del día o pasarse el día con una camiseta con manchas de papilla no ayuda a que se vean las cosas con la claridad que se necesita.
Pero hay que tener en cuenta que cuanto más se va postergando el momento de recuperar la vida sexual más difícil se hará. Los miedos e inseguridades se sucederán y harán que la pareja acabe por distanciarse cada vez más poniendo en peligro la propia relación.
Piensa racionalmente en ti y en tu pareja
Por ello llegados a este punto lo que hay que hacer es pensar en uno mismo por un instante. Y en tu pareja. No pasa nada por ser egoísta de vez en cuando. Es más, en este caso es totalmente recomendable. Y una vez que lo has hecho habla con tu pareja, que seguro que está deseosa de recuperar vuestra intimidad y vida sexual.
Probablemente no podáis disfrutar de la espontaneidad de antes de tener al niño, pero sí podéis volver a tener sexo de manera habitual y recuperar esos momentos de placer. La diferencia es que ahora deberéis planificar esos encuentros. Aprovechar cuando el bebé se duerma y tened en cuenta que cuanto más tiempo vaya teniendo más horas seguidas conseguirá dormir sin despertarse.
Si tenéis miedo a despertarlo u os sentís raros al practicar sexo delante suya sacad la cuna de la habitación para poder estar realmente solos y disfrutar de vuestra intimidad. Y para que no haya miedos a que el niño se despierte y esté solo colocar un interfono en su habitación y en la vuestra para que le podáis oír si es que llora.
Pedid ayuda
Que aún así no podéis recuperar vuestra vida sexual porque no os concentráis o el niño no duerme tan plácidamente como cabría esperar. Es el momento de pedir ayuda. Los abuelos y tíos estarán encantados de hacer de niñera por unas horas y en cuanto se lo sugiráis seguro que van raudos a hacerse cargo del pequeño.
Tomaros la noche libre de ser padres. Arreglaros, disfrutad de una cena en pareja y luego volved a casa (o iros a un hotel) para disfrutar del sexo y la intimidad. En ocasiones ésta última es incluso más importante que la propia vida sexual. Así que no la dejéis de lado.