Como bien sabemos, a la hora de disfrutar al máximo del sexo es importante dejar atrás ciertos tabúes, miedos e ideas falsas, para así abrir nuestra mente y llegar a encontrar nuevas fuentes de placer que nos satisfagan. Una de ellas es el pegging, una práctica sexual que si bien muchas personas disfrutan de ella, no todas se atreverían a afirmar que la practican, o incluso llegar a probarla.
El pegging consiste en practicar sexo con un dildo sujetado con un arnés. Se asocia a las relaciones heterosexuales en las que la mujer cis (es decir, que no tiene pene) se coloca el arnés con el dildo para penetrar a su pareja sexual masculina. Sin embargo, ¡las posibilidades son tan numerosas como nuestra imaginación! Un hombre puede usar el arnés para realizar una doble penetración, también se puede utilizar entre dos mujeres que desean practicar el coito con penetración, incluso para simular sexo oral.
El placer del pegging
Aunque hablábamos de los tabúes asociados al pegging, en verdad esta práctica sexual es cada vez más conocida, e incluso la podemos ver en series de televisión o películas, ni qué decir en el mundo de la pornografía . No se trata, como a veces se piensa, como una práctica de BDSM en la cual la mujer, practicando sexo con un hombre, quiera adoptar una posición de dominación, pues penetrar no es dominar. La razón de que una pareja heterosexual practique el pegging es por el placer que supone para el hombre.
Como bien sabemos, el área de la glándula prostática supone el punto de mayor placer sexual masculino, algo que no tiene que ver con la orientación sexual, pues los hombres heterosexuales también tienen este punto llamado "P" (no obstante, esto no debería ser explicado). Así que el pegging es una manera de alcanzar ese punto de mayor placer, que se suma al hecho de que sea la mujer adopte un rol y una postura de gran complicidad y contacto entre ambas partes de la pareja.
Cómo practicar el pegging
Si quieres introducirte en la práctica sexual del pegging, y tanto tú como tu pareja sexual estáis entusiasmados por probarlo, os decimos cómo hacerlo. Lo primero, necesitaremos adquirir un arnés y un dildo adecuado para ellos. En el caso de que la penetración vaya a ser de una mujer a un hombre, el dildo que utilicemos debe ser adecuado. Los hay de muy diversos tipos y materiales, desde los más reales simulando la forma y textura de un pene, hasta con la forma curvada exacta para estimular directamente el punto P. En las tiendas de juguetes eróticos nos asesorarán sobre el más adecuado según nuestros intereses, incluso en las tiendas por internet hay información sobre ellos, pero al principio será mejor utilizar un dildo para iniciarse en la penetración anal.
Una vez colocado el arnés y el pene sintético, la postura que más se recomienda para comenzar a practicar pegging es la del perrito, o con el hombre colocado sobre sus dos piernas y manos, para controlar mejor la penetración. Es absolutamente necesario utilizar un gel lubricante que echaremos sobre el dildo, o si lo preferimos, usar un preservativo, aunque un extra de lubricación nunca viene mal. Recordemos que el ano no lubrica, y si no usamos gel podemos hacer que la experiencia sea dolorosa.
Una vez preparados, es importante que ambos estéis relajados, y el hombre relaje la zona del ano. Para realizar la penetración, iremos poco a poco introduciendo el dildo, parando de vez en cuando para dejar que el ano se vaya dilatando. Nada de movimientos bruscos. Cuando consigamos introducir todo el dildo, el ano esté dilatado y el hombre sienta placer y con confianza para ir más rápido, ya podréis hacerlo. También puede él ir moviéndose hacia delante y atrás, mientras ella se mantiene parada, para controlar él la penetración.
Superar los tabúes y estigmas
Como decíamos antes, el pegging no es una práctica meramente homosexual. Todos los hombres, por su anatomía, tienen la capacidad de sentir placer en la próstata, por tanto, mediante la penetración anal. Esta se puede realizar mediante la introducción de los dedos, o de un dildo que él mismo o su pareja sexual puede introducir con la mano. Pero el pegging anula totalmente los roles masculinos y femeninos, permitiendo practicar un sexo mucho más libre y placentero.
Aun así, es una pena que a muchos hombres heterosexuales, o a sus parejas femeninas, se les tenga que reforzar la idea de que el placer anal no amenaza su heterosexualidad. Y es que realizar una práctica sexual que asociemos a la homosexualidad, o la idea de que un hombre pueda empezar a tener curiosidad sobre por el sexo con personas de su género, no debe causar ese rechazo. También debemos desterrar los roles en el sexo, y no tener ideas negativas hacia el hecho de que sea la mujer (cis) quien tome el papel de penetradora.
¿Y si es una mujer ella no recibe placer?
Uno de los puntos interesantes del pegging es que permite a hombre y mujer, en caso de parejas heterosexuales, cambiar sus roles sin perder ese contacto completo entre ambos. Ella disfruta dando placer a su pareja,además que también puede obtenerlo mediante el roce con sus genitales, o con arneses y dildos especiales que permiten que ella también obtenga placer directo. Además, tiene las manos libres para acariciar a su pareja, o mansturbarle si lo desea. Contacto con las nalgas de su pareja masculina también puede resultar un plus de excitación.
Como vais, el pegging es una forma más de disfrutar del sexo, de acceder a los puntos de placer que de otra manera no podemos, de romper roles de género en el sexo, y alcanzar un punto de mayor complicidad entre las parejas. Es importante, como en cualquier otra práctica sexual, que ambos miembros de la pareja (o se puede practicar también entre tres o más personas) quieran practicarlo y muestren su deseo y consentimiento. Si a alguien no le interesa, no estamos obligados a probar nada nuevo, y no pasa nada. No obstante, cualquier tabú no hace más que limitar nuestras posibilidades de placer, aunque también es importante que antes hayamos cambiado nuestra idea sobre lo que es o debe ser el sexo.