Los puntos erógenos son aquellas zonas que podemos utilizar a la hora del sexo para obtener un mayor placer y que van más allá de los genitales. Hay distintas zonas que pueden ser consideradas un punto erógeno, pero todo depende de cada persona. Es algo particular, ya que no todas las personas sentimos el placer en los mismos sitios.
Esta manera de activación sexual tiene su importancia en los preliminares a hacer el amor. Nos permite explorar otras zonas de nuestra pareja, sin centrarnos en los genitales. Se pueden estimular con caricias, besos o soplidos, pero también tienen cabida objetos como plumas, bolas, o todos aquellos que creamos que pueden estimular a nuestra pareja o incluso a nosotros mismos, el sexo no siempre tiene que ser compartido. En el momento de la penetración pueden utilizarse para incrementar el placer, para ello será necesario que encontremos la postura adecuada para llegar hasta el punto erógeno.
Puntos erógenos masculinos
- Cuello: es una de las principales zonas erógenas tanto para un hombre como para una mujer, además de las más recurrentes a la hora de estimular a tu pareja para hacer el amor. Los besos y las caricias de la manera más sexy posible harán que tu pareja vaya subiendo poco a poco su grado de excitación.
- Orejas: suele ir ligada a la estimulación a través del cuello. Este punto erógeno sirve para estimular al hombre ya que se concentran gran cantidad de terminaciones nerviosas que ayudan a ello. Además no todo tiene que ser a través de tacto o caricias. Mientras estéis haciendo el amor podrás susurrarle lo que quieras que te haga sentir más sexy en combinación con la estimulación, o simplemente dejar que escuche tus gemidos. Además no será necesaria una postura específica, ya que es una zona muy accesible.
- Pelo: el cabello aparte de tener una misión estimulante, también sirve de relajante. Al igual que las orejas, es una zona accesible y muy recurrente. Masajea el cabello de una manera calmada y ve subiendo la velocidad de manera paralela a la excitación que estéis sintiendo.
- Pezones: normalmente se cree que es un punto erógeno femenino, pero la razón de que no se considera masculino es porque no se le presta la misma atención cuando se trata de un hombre. Sorpréndele rozando esta zona, ya que puede que sea tan sensible para él que descubras una forma más de estimulación a la hora de hacer el amor con tu pareja.
- Próstata: ésta está ubicada en el interior de su cuerpo entre los testículos y el ano. Se le puede considerar el Punto G de un hombre. La mejor forma de usar este punto erógeno es presionarla cuando nuestro hombre esté a punto de llegar al clímax. Ya no es que le ayude, sino que hará que éste sea mucho más placentero.
- Genitales masculinos: es la parte más sensible del cuerpo de un hombre, por ello es la más recurrida para la estimulación y el punto erógeno masculino más utilizado para dar placer en el sexo. Por una parte está el pene que tiene su punto erógeno más placentero en el glande o la punta. Los testículos son menos recurrentes, pero también placenteros para un hombre. Combina la estimulación de pene y testículos para que alcance el clímax de la mejor manera posible.
- Labios: es la zona del cuerpo masculino que más rápido responde a los estímulos. Verás que la intensidad de los besos irá en aumento. Puedes introducir pequeños mordiscos. Además, como otros puntos erógenos, no requiere de una postura complicada para poder acceder a ellos, ni siquiera es necesario que haya sexo.
- Ano: puede que nuestra pareja sea un poco reacia a que accedas a esa zona, pero atrévete a ello y verá cómo puede disfrutar si le introduces un dedo y presionas. Además a través de él podrás acceder a su próstata, o punto G masculino.
- Parte interior del muslo: al estar cercanas a los genitales, la estimulación de estas partes puede hacer que se vuelva loco y que vaya pidiéndote más o te acerque hacia ellos. Aprovecha para tomar tú las riendas y déjale claro que si es tu turno en el sexo, iréis al ritmo que marques.
Cómo estimular los puntos erógenos
Para empezar a estimular a tu pareja tienes que dejarle claro que eres tú la persona que va a llevar las riendas, que es tu turno y que es lo que quieres hacer. Dile que se deje llevar y disfrute del placer que le vas a proporcionar accediendo a zonas de su cuerpo que nunca habías accedido o que él no se espera que vayas a rozar. Si quieres dotar al momento de mayor excitación, saca tu lado más sexy y pierde cualquier tipo de vergüenza. Ten en cuenta que si consigues un alto grado de excitación en él, luego te lo devolverá con creces. Además no deja de ser un juego dentro del sexo, por ello abre tu imaginación y déjate llevar sin pudores.
Para empezar lo mejor será que empieces por aquellos puntos erógenos más superficiales como el cuello, el pelo, las orejas y los labios. Busca una postura que sea cómoda para ambos y desde la cual tengas acceso a esas zonas. Mientras masajeas su cabeza, puedes ir dándole pequeños besos jugando con sus orejas y su cuello. Puedes ir alternando los besos con pequeños soplidos y mordiscos, aunque en el caso del cuello ten cuidado, ya que un chupetón no es nada sexy.
Una vez que ya le tienes donde quieres, pasa a sus labios, ya que es una forma de transición bastante cómoda y simple y que hará que él pueda estimularte también. Bésale poco a poco y dale pequeños mordiscos, sobre todo en el labio inferior, ya que es un punto erógeno mucho más sensible que el superior.
Una vez que le tengas sin ropa y en una postura cómoda, vete bajando por su cuerpo hasta los pezones y succiónalos con suavidad. Todo hazlo de la manera más dulce posible, ya que la brusquedad puede que le haga daño. Puedes ir combinando esta estimulación con el acceso a sus genitales poco a poco para poder así obtener mayor excitación en tu hombre.
De ahí baja hasta su pelvis e interior de sus muslos con tu boca y continúa llenándole de besos y caricias. Si eres más atrevida, puedes ayudar de una pluma o una bola para ir rozándola con suavidad por todas estas zonas. No todo tiene que ser con la boca, utiliza tu mente y piensa a ver cómo puedes innovar.
Cuando ya creas que le has estimulado suficiente o ves que ya es un sufrimiento para él que no accedas directamente a sus genitales, pasa directamente a ellos. Comienza por lamer suavemente el glande. Puedes acompañarlo de una suave masturbación. Poco a poco accede hasta la base del pene y combínalo con caricias a los testículos. Cuando la excitación sea considerable, debe ser el momento en el que decidas si te arriesgas o no a acceder a su ano y, por lo tanto, a su próstata. Ha de ser una decisión tuya, aunque es posible que él hubiese preferido que lo consensuarais previamente.