El punto G es uno de los elementos más importantes en la excitación para ambos sexos. Se trata de una parte de la anatomía especialmente sensible al contacto, desatando de este modo un profundo placer así como una mayor excitación. En el caso de las mujeres, pocas dudas caben sobre la existencia de este punto. Conviene señalar eso sí que cada mujer responde de distinta manera a dichos estímulos, por lo que el punto G femenino varía según personas. Por lo que respecta a la anatomía masculina, este punto se halla claramente localizado, si bien muchos hombres parecen tener todavía demasiado pudor como para experimentarlo en pareja.
En primer lugar, pese a las múltiples teorías al respecto, el punto G masculino no solo existe sino que se sabe cuál es su ubicación exacta. Se trataría de una zona relacionada con la próstata, que dista aproximadamente cinco centímetros del ano. Tiene forma de protuberancia y resulta fácilmente perceptible al tacto. Dado que todos los hombres (salvo intervenciones quirúrgicas) tienen próstata, cualquier pareja puede experimentar con ello (que suele denominarse 'punto P' por estar vinculado a la próstata). Puede discutirse eso sí que a todos los hombres les cause el mismo placer experimentar con este punto. Evidentemente, debido a la delicada ubicación del mismo, todo lo relacionado con los puntos G masculinos está rodeado por una gran controversia.
La polémica está relacionada con la forma de contactar con la zona de excitación, que obviamente solo puede alcanzarse mediante una penetración anal. Ya sea con los dedos o con dildos y juguetes sexuales similares a los utilizados por las mujeres, se sigue pensando mayoritariamente que este tipo de prácticas cuestionan la heterosexualidad del receptor. Por ello, aunque la excitación por el contacto con un punto concreto del cuerpo no guarda relación con la orientación sexual de cada uno, la sexualidad masculina prefiere centrarse en otras zonas erógenas y en experimentar más con el cuerpo femenino. Con todo, el testimonio de muchos hombres que han dado el paso de tratar el tema en pareja suele ser bastante positivo.
Las otras zonas erógenas masculinas
En contraposición con la compleja estimulación del punto G masculino, los hombres poseen otras zonas erógenas mucho más sensibles que las equivalentes en la anatomía de la mujer. Los genitales masculinos por ejemplo son uno de los puntos G que los hombres tienen más desarrollados que las mujeres. El pene es especialmente delicado al contacto físico y oral. No obstante, existe también mucha desinformación sobre aspectos tales como el tamaño apropiado o la mejor forma de aumentar la excitación del miembro masculino. Está no obstante confirmado que el sexo en pareja puede resultar igualmente satisfactorio con un pene de modestas dimensiones, para lo cual resulta preceptivo estimular otras zonas erógenas (en la mujer).
El bajo vientre, zona erógena
Relacionado con el pene pero sin tener que interactuar directamente con él, el bajo vientre es otro de los puntos G masculinos. La proximidad respecto al miembro viril provoca una gran excitación a medida que la pareja va bajando por el mismo sin llegar a contactar con el sexo del hombre. Esta área se emplazaría exactamente entre la pelvis y el ombligo, siendo todavía más sensible si el hombre presenta una zona abdominal algo trabajada. El secreto de tal excitación es que el flujo sanguíneo que baja hasta el pene pasa por esta zona. Se trata por tanto de una parte de la sexualidad masculina poco conocida pero interesante para experimentar en pareja.
La sensualidad del cuello
El cuello es otra zona erógena que en este caso suele despertar la excitación tanto en hombres como en mujeres. No obstante, este punto causa mayor impacto en el sexo si se combina con estímulos en otras zonas. Dado que no se trata de un punto G propiamente dicho, el placer derivado del contacto con el cuello está condicionado por otros factores (susurros, ojos vendados, pequeños mordiscos...) que conviene no desatender. La proximidad con la boca permite eso sí jugar con ambos elementos recíprocamente, aunque en esta ocasión resulta más recomendable que el hombre adopte un rol pasivo mientras la pareja interactúa.
Orejas y párpados ¿Lo imaginabas?
Orejas y párpados son también puntos G en los hombres, si bien conviene saber cómo hay que estimular dichas zonas para que la excitación sea más intensa. La sexualidad masculina empuja a los varones a adoptar una posición dominante, tendiendo a llevar la iniciativa en la mayoría de relaciones de pareja. Por ello, la interacción con los párpados supone que la mujer tome el control de la situación, ya que ellos no pueden ver nada. Esto provoca una gran excitación que puede combinarse con suaves roces con las orejas, ya que ante la privación de la vista el oído adquiere mucha mayor sensibilidad.
¿Cómo consigo excitar a mi pareja?
En primer lugar, retomando las indicaciones sobre los puntos G masculinos, conviene actuar con gran suavidad, especialmente durante el sexo relacionado con las zonas erógenas más sensibles (caso del punto P anteriormente comentado). Hay que asegurarse de no tener las uñas afiladas e incluso no estaría demás servirse de un preservativo para contactar con este punto clave de la sexualidad de nuestra pareja. Muchos hombres prefieren incluso que se utilicen los dildos sobre los que ya hemos hablado. Existen algunos artículos de estas características especialmente orientados hacia el sexo anal.
Para excitar a un hombre lo más importante es la sensualidad, la lentitud de movimientos y la adopción de una actitud activa. La sexualidad masculina se estimula mucho más intensamente cuando ellos se ven coartados en sus movimientos. Inmovilizarles las manos mientras recorremos su torso hasta la zona del bajo vientre es un pequeño rito que despierta la excitación de cualquiera. Paralelamente, dar pequeños mordiscos cerca de la pelvis es una actividad preliminar muy eficaz. Ello puede hacerse mientras se acarician los muslos internos (muy cerca de las ingles) con constantes movimientos arriba y abajo marcando los dedos (sin llegar a arañar).
Algunos especialistas señalan que los talones son un punto de excitación masculina de primer orden. Ciertamente, la piel de esta zona es más delgada y sensible al tacto que el resto del pie. Por otro lado, dado que la excitación se origina en el cerebro, pocas cosas excitan tanto a nuestra pareja como la simple insinuación. Desnudarse ceremonialmente ante él mientras nos acercamos y alejamos constantemente, buscando una respuesta sexual ante el cuerpo femenino semidesnudo. Evidentemente, todas estas indicaciones pueden complementarse con artículos tales como lubricantes, geles eróticos, juguetes sexuales o vendas.