La asfixia erótica, o también llamada hipoxifilia o hipofixiofilia, es una manera de obtener satisfacción sexual a través de la disminución de la respiración durante la actividad sexual. Puede ser personal o practicarse con otra persona o personas lo que conlleva a un relación sumisa entre las partes. Esta práctica consiste en impedir la respiración de la pareja o la propia, ya sea mediante la obstrucción de las vías respiratorias cubriendo la cabeza con elementos plásticos o de látex o recurriendo a la semiestrangulación con las propias manos.
Se trata de una práctica sexual peligrosa que ha llegado a ser causa de muerte a miles de personas. Cuando lo practica una persona sola se denomina asfixia autoerótica término acuñado en 1991 en un estudio estadounidense. La falta de oxigeno provoca la liberación de endorfinas que hace que las sensaciones sean más intensas y produce también un estado casi narcótico por el cual se puede perder cierto nivel de control que favorece la experiencia sexual y el placer a la hora de llegar al orgasmo.
En la comunidad BDSM, este tipo de práctica llevada a cabo durante el sexo puede ser denominada breathplay (juego con la respiración) o edgeplay (juego de borde, o juego riesgoso). Al igual que otras prácticas sexuales de riesgo, el compañero amplía los límites de lo seguro, sensato y consensuado. El control de las situaciones que afectan a la respiración se puede evaluar, usando algún tipo de señal convenida para avisar a la otra persona del peligro. Esta práctica se realiza casi siempre junto a otras actividades fetichistas (ataduras, mordazas, látigos, etc...) cuyo objetivo es sentir el máximo placer antes de alcanzar el orgasmo.
Una práctica muy peligrosa con años de antigüedad
La práctica de la asfixia se práctica en la sociedad desde hace siglos. Era practicada por los esquimales y los asiáticos antes de que fuese introducida en Europa a través de los miembros de la Legión Extranjera Francesa de regreso de la guerra de Indochina, donde la técnica la llevaban a cabo las prostitutas para aumentar la sensación eyaculatoria del cliente durante el sexo.
Se pueden usar varios métodos para conseguir el nivel de agotamiento de oxígeno que se necesita, tal como colgarse de la ducha, dentro de un armario o, incluso, por una escalera, la asfixia con una bolsa de plástico en la cabeza cerrada con cinta aislante (más practicada en pareja), autoestrangulación con una ligadura o un cinturón, gas o de disolventes volátiles, la compresión del pecho, o la combinación de varios de estos. A veces, complicados dispositivos de BDSM se utilizan para producir los efectos deseados. La práctica para alcanzar el placer y, por ende el orgasmo, puede ser muy peligrosa, incluso si se realiza con cuidado y se ha traducido en un importante número de muertes accidentales que han saltado a los medios de comunicación.
Las muertes a menudo ocurren cuando la pérdida de la consciencia causados por asfixia parcial conduce a la pérdida de control sobre los medios de estrangulamiento, es decir, cuando perdemos el control sobre la soga que tenernos al cuello, cuyo final es la asfixia y la muerte. Aunque a menudo esta práctica se incorpora en el sexo con una pareja, la mayoría de las personas que llevan a cabo la asfixia erótica disfrutan de este placer por sí mismo, por lo que es potencialmente más difícil salir de situaciones peligrosas. En la mayoría de los casos, el cuerpo se descubre desnudo o con los genitales en la mano, con material pornográfico o juguetes sexuales presente, y con evidencia de haber llegado al orgasmo antes de la muerte. La gran mayoría de las muertes por asfixia erótica conocidos son hombres y sólo un 2% de las muertes anuales son mujeres. El perfil de edad es muy amplio, pero sobre todo se da entre 50 y 70 años.
La asfixia autoerótica tiene diversos grados
La práctica de la asfixia autoerótica tiene diversos grados, hay quienes la practican siempre y están los que en diversas ocasiones la desarrollan. Pero como en todas las prácticas hay niveles y riesgos. Si es un grado extremo puede poner en riesgo la vida, pero puede ser parte de la vida erótica de mucha gente es un tema.
La gente que lleva a cabo esta práctica en la intimidad de su dormitorio no suele comentarlo en su entorno ya que se considera una aberración, pero cada quien es libre de llegar al orgasmo como mejor quiera y de practicar sexo sin restricciones. El mayor problema que nos encontramos es perder el control con terribles consecuencias, de ahí que es preferible realizarlo en pareja, ya que así el otro tendrá en control de la asfixia.
Generalmente las personas no consultan con un especialista este tema porque sienten vergüenza de su vida sexual o no lo sienten directamente como una práctica a consultar. Es importante hablar con un especialista para que nos aconseje ya que se trata de un procedimiento muy complejo que requiere de mucho control, fuerza y sobre conocimiento.