El problema de los prejuicios, de los tabúes y de las discriminaciones por razón de sexualidad, es que siempre hay una persona que acaba viéndose rechazada. Cuando la persona en cuestión es adulta, probablemente tenga la fuerza suficiente como para comprender que lo que siente no es ninguna vergüenza, que es una identidad sexual como otra cualquiera, y que el amor no es más que amor. No obstante, cuando hablamos de adolescentes que son gays o lesbianas, o que forman parte del colectivo LGTBI en general, es diferente.
Porque estamos hablando de personas cuya personalidad aún no ha sido totalmente formada, que dependen mucho de su entorno para auto-identificarse. Por desgracia, y aunque creamos que es algo que ya hemos dejado atrás, el acoso escolar hacia las personas que son diferentes, que se salen de lo que la sociedad denomina 'normal', es mucho más habitual de lo que podamos imaginar. Mas los jóvenes que lo sufren, por miedo o por vergüenza, acaban callándose y optando por no denunciar.
En muchas ocasiones es porque el denunciar les llevaría a tener que admitir que son gays o lesbianas, y hay muchos que sienten que, al autodenominarse parte del colectivo LGTBI, su familia acabaría rechazándolos y se quedarían solos. Y algunos, desafortunadamente, tienen razón. Porque no todo el mundo es tan comprensivo, no todo el mundo es capaz de comprender que el amor no es más que eso.
Pero, ¿qué debemos hacer cuando nos encontramos en una situación así? Cuando somos nosotros los que estamos sufriendo el acoso, cuando somos nosotros los que tenemos que hacer frente a una sociedad que tiene miedo a todo lo diferente. Vamos a analizar la situación, paso a paso.
1. Acepta que tu sexualidad es tan válida como otra cualquiera
Lo primero que debes hacer es aceptar que tu sexualidad, que el ser gay o lesbiana, o transexual, es tan válido como ser heterosexual o cissexual. Puede que no haya sido lo habitual, puede que la heteronormatividad se haya impuesto, pero eso no quiere decir nada. Porque el fallo no es tuyo, ni mucho menos, sino que es de la sociedad. Son las personas que no saben ver más allá, las que creen que el colectivo LGTBI tiene algún tipo de enfermedad, las que realmente se equivocan.
Y lo primero que tienes que hacer, ya seas gay, lesbiana o transexual, es aceptarte a ti mismo. Debes aprender a amarte, a amar tu condición pese a que los demás puedan odiarla, a ser fuerte y resistir ante las críticas de los demás. No debes sentir vergüenza, ni miedo. El acoso escolar es una gran traba, algo que debes denunciar sin lugar a dudas, pero no debes dejar que te marque, que te condicione el resto de tu vida, porque entonces ellos habrán ganado, y no es eso lo que debes permitir.
Ser diferente no es ser peor o mejor, es simple y llanamente ser diferente. Ser lesbiana lo único que indica es que te gustan las mujeres, ser gay que te gustan los hombres, y ser bisexual que te gustan las personas, sin hacer distinción por su sexo o género. Sin más. No hay nada malo ahí.
2. Ignora al que no te acepte
Una vez te hayas aceptado a ti mismo, lo siguiente que debes hacer es ignorar total y completamente a todo aquel que no te acepte. Esto no quiere decir que hagas oídos sordos al acoso escolar, ni mucho menos. Con esto, lo que queremos decir es que si alguien te expresa una opinión negativa, lo que tú debes hacer es dejar de tenerle en cuenta; dar media vuelta, alejar a esa persona de todos tus círculos e intentar continuar con tu vida. Las personas tóxicas, aquellas que no entiendan que el colectivo LGTBI es tan válido como el colectivo heterosexual, no merecen absolutamente la pena.
Desgraciadamente, tendrás que alejarte de personas que considerabas amigos, e incluso de familiares, en algún punto de tu vida. Es muy doloroso, pero recuerda que tú debes estar por delante de todo, tu bienestar es lo más importante.
3. No tengas miedo de denunciar el acoso
Si en algún momento, por ser gay, lesbiana o bisexual, sufres cualquier tipo de acoso escolar, denuncialo. No temas hacerlo en ningún momento, y grita bien alto que te están haciendo daño, que te están lastimando. A ti no debería darte vergüenza nada relacionado con esa situación, sino que debería dársela a aquellos que están abusando de ti. Porque son ellos los que están demostrando ser malas personas.
Si en un primer momento no te escuchan o no te tienen en cuenta, denuncialo de nuevo. A cude a personas distintas, habla con tus padres, con el profesorado, con los directores... Pero no guardes silencio. Porque entonces estarán ganando ellos.
4. El amor, cuando es libre, nunca es negativo
El amor siempre es algo positivo, algo que debe compartirse, que debería estar presente en nuestros días siempre. Es el amor lo que nos hace mejores personas, lo que nos hace ir creciendo poco a poco, lo que favorece que nos involucremos en nuestras relaciones con otras personas.
El amor es el fundamento de nuestra vida, ya sea hacia otros, hacia nosotros mismos o hacia la vida en general. Y ninguna forma de amor será negativa, nunca, siempre y cuando este amor sea libre. Ten esto presente en tu día a día, repítelo en voz alta las veces que haga falta, y no lo olvides nunca.
5. No hay nada malo en ser homosexual, bisexual, transexual o intersexual
La diversidad no es mala, y nunca lo será. Lo malo es creer que solo lo normativo es lo bueno. La heterosexualidad es ahora mismo casi una ley, algo que debe seguirse sí o sí; y aunque hemos avanzado, no lo hemos hecho lo suficiente. Si tienes esto claro, probablemente lleves mucho mejor tu día a día.
El problema es que no solo tienes que tenerlo claro tú, sino que lo ideal sería que lo tuvieran todas las personas del mundo. Pero eso es mucho más difícil, hay mucho trabajo por delante... Y nosotros, desde aquí, lo único que podemos hacer es tratar de concienciar a todos aquellos que se encuentren cerca nuestra. Pero hagámoslo con ganas, con fuerza, para así conseguir que cada vez haya menos homófobos, y que el amor sea lo que triunfe.