Dentro del curioso mundo de las parafilias y las perversiones sexuales, hay una que concretamente, llama la atención: la agalmatofilia. Este fetiche corresponde a la excitación sexual provocada por una estatua, maniquí, busto o cualquier tipo de objeto inanimado que más o menos sea por el estilo.
Concretamente, eres agalmatofílico si tienes fantasías sexuales con estos objetos de deseo, también si se mantiene contacto sexual directo con los mismos o si sientes placer sólo observando esculturas (o derivados) en posiciones sugerentes o desnudas sea en la privacidad de tu hogar o en lugares públicos, como plazas o museos.
La etimología de esta palabra procede del griego " agalma " que significa " estatua " y " philia ", que significa " amor ". En la Antigua Grecia, " agalma " hacía referencia a la atracción desmesurada por objetos móviles preciosos y brillantes.
Este fetichismo puede tener sentido si hablamos de una persona que haya tenido una mala experiencia sexual en el pasado . Violaciones, rechazo social, aislamiento o falta de interacción con otras personas pueden ser algunos de los detonantes de este tipo de parafilias. O simplemente que tenemos una líbido realmente alta y encontramos placer en cualquier cosa.
De todas formas, esta excentricidad puede llegar a tener sentido. Un muñeco (estatua o maniquí) o es casi una pareja ideal para algunas personas: olvídate de quejas, enojos o infidelidades. Sólo hay que tener un poquito de imaginación para que la relación funcione.
Se dicen que la agalmatofilia viene de tiempos ancestrales: en las cavernas de Austria erotizaban con figuras que representaban a mujeres con curvas. También hay otra teoría, que es más bien una leyenda: la de Pigmalión, un escultor de Chipre que consideraba al género femenino como imperfecto. Por ello, no era capaz de ligarse emocionalmente a ninguna mujer. Esto suponía para él un problema real, pues no era por falta de ganas y se sentía terriblemente solo. Para ahuyentar a la soledad, decidió tomar medidas en el asunto y hacer lo que mejor sabía: una escultura. De esta forma, creo la escultura de su ideal de mujer perfecta en marfil y la bautizó como Galatea. Su obra era perfecta y de tanto admirarla, acabó enamorándose de ella. Esto derivó a algo un poco más enfermizo, un amor obsesivo, y de ahí surgió el nombre de monumentofilia o galateismo. También tenemos otros nombres para este mismo fetiche, como pigmalionismo, estatuofilia o petrifilia.
Algunas curiosidades que debemos saber de esta parafilia es que la persona con agalmatofilia no tiene que sentir atracción por algo con figura humana concretamente. El deseo puede aparecer también con figuras de animales, por ejemplo. Y es que podemos encontrar cuatro tipos distinos de agalmatosexualismo: patriótico, animal, interespecial y religioso.
La idea de encontrar placer en esta parafilia no es tan extraña, de hecho muchos artistas se han basado en este fetiche para inspirarse. El director Luís García Berlanga estrenó en 1973 la película Tamaño natural, que va sobre el tema. La sinopsis de esta película ya nos la podemos suponer:
" Michel es un hombre maduro que tiene todo lo que puede desear: un buen trabajo, una esposa brillante y una amante joven y apasionada. Pero un día adquiere por capricho un muñeco hinchable que casi parece una mujer real. Así empieza a disfrutar de la sumisión y la docilidad que no puede encontrar en su esposa, llegando incluso a tener celos y a desconfiar de aquellos que puedan desearla o mancillarla ".
Otra película más reciente sobre este tema es Lars y una chica de verdad, estrenada en 2007. En ella, vemos como el protagonista (Ryan Gosling), que es un joven con problemas relacionales, conoce por internet a Bianca, un muñeco de tamaño natural. Convencido de que es una misionera en año sabático, la recibe en casa. Tras el inicial desconcierto de familia y vecinos, todos ayudan a Lars a superar su delirio siguiéndole la corriente y tratando a Bianca como su novia.
Pero esto sale de la gran pantalla. La fotógrafa Sandra Hoyn publicó un fotoreportaje (Jenny's Soul) en el que contaba la historia de una extraña pareja, compuesta por un hombre (bajo el pseudónimo de Dirk) y Jenny, una muñeca de silicona con la que comparte toda su vida. En el reportaje, Dirk hacía declaraciones que ponen los pelos de punta y nos hacen preguntarnos sobre hasta dónde puede llevarnos una filia de este estilo: "Jenny me da seguridad. No me gustaría vivir jamás sin ella. Sus palabras me conmueven. La pureza, serenidad y honestidad de lo que me dice".
Del fetiche al problema
¿Cuándo empieza a ser enfermiza la parafilia por un maniquí o muñeco? El pasado mes de enero, en Japón se desató la polémica cuando se descubrió una empresa (Trottla.net) con un negocio muy controvertido: vendían muñecas de silicona que representaban a niñas. Su público estaba claro: los pedófilos. Pero esta empresa no es nueva, lleva diez años funcionando de maravilla y sus muñecas representan a niñas de hasta cinco años. El fundador de la empresa, Shin Takagi, confía en que su negocio ayuda a la sociedad ya que, gracias a él, permite que la gente "exprese sus deseos legal y éticamente. No merece la pena vivir si tienes un deseo reprimido". El creador del negocio asegura que su idea sirve para evitar ataques reales a menores: "A menudo recibo cartas de clientes. Me dan las gracias por mis muñecas, que les sirven para no cometer un crimen". Shin Takagi también explicaba que entre sus más fieles compradores tenía a celebrities, políticos y gente de altas esferas.
Sin embargo, esta opinión no es compartida por los expertos, que aseguran que para algunos pedófilos, estos sustitutivos pueden " agravar su sentimiento de frustración ", aunque matizan que para otros " puede reducir su necesidad de buscar pornografía infantil o sexo real con menores ".
En la actualidad, la agalmatofilia popular tiene su máxima representación en las esculturas del Love Land Park, situada en Corea del Sur. En este parque, los coreanos acuden a realizar habitualmente sesiones de " frottage ".
En conclusión, la agalmatofilia se resume en sentir placer o excitación al entrar en contacto con una estatua, un muñeco, un maniquí ... y es más común de lo que pensamos. Y esta es sólo un acercamiento más del maravilloso mundo de las parafilias.