Vivimos en una sociedad que está concebida para vivir en familia, cuanto menos en pareja. El hecho de decidir hacerlo en soledad es algo que parece llegar a penalizarse, a pesar de que sea una opción a la que recurre cada vez más gente, ya sea por voluntad propia o cuestiones ajenas a la misma. La situación se recrudece en el caso de las mujeres, a las que se tiende a ver 'incompletas' si no tienen una pareja o unos hijos.
Y esa sensación se transmite, en ocasiones, a las mujeres que en un momento determinado se encuentran en esta situación. Hay quien decide vivir sola, que es su elección. Lo hace con satisfacción, alegría y no encuentra mayor problema, pero también es cierto que hay otra a la que le ocurre sin proponérselo. En estos casos puede sentir tristeza, pena, incluso pueden llegar a sufrir depresión.
Las causas por las que una mujer se puede sentir sola en un momento de su vida son de lo más variado. En la juventud porque su entorno tenga pareja y ella no, por una ruptura sentimental o por el fallecimiento de la pareja. El hecho de estar acostumbrada a tener alguien al lado o ver cómo los demás lo tienen es lo que puede aumentar la tristeza y agudizar la sensación de soledad.
Una época de oportunidades
Sin embargo no debe verse como algo negativo, sino que se ha de buscar aprovechar las posibilidades que esta soledad impuesta presenta. Aunque en un principio pueda parecer que no, lo cierto es que son muchas las oportunidades que existen comenzando por una que es básica, pero a la que no solemos dar importancia.
La soledad nos ayuda a conocernos a nosotras mismas. Cuando tienes pareja o convives con otras personas a la hora de decidir qué hacer o a dónde ir se han de tener en cuenta las preferencias de cada uno y siempre toca ceder, así que no es raro que alguien acabe amoldándose a o que quieren otros, llegando al punto de olvidarse de lo que ella misma desea.
Cuando estás sola puedes hacer lo que realmente te apetezca, algo que puede ser una alegría. Así que una buena idea es comenzar por decidir qué quieres, qué te gusta. Y a partir de ahí hazlo. Puedes tener una afición abandonada por falta de tiempo o porque a tu pareja no le gustaba. Ahora puedes darle rienda suelta. Si te gusta cocinar apúntate a cursos de cocina, por ejemplo.
Haz nuevos amigos
De esa manera conseguirás dos cosas. Por un lado hacer algo que realmente te gusta a ti y no haces por imposición de otros. Y por otro alejarte de esa soledad que te puede embriagar y generar en tristeza. Si te inscribes en cursos, talleres o actividades colectivas puedes conocer a gente con gustos como los tuyos y que pueden encontrarse en la misma situación que tú. Es una de las mejores formas de conocer a gente nueva cuando somos adultos y de forjar amistades, incluso algo más.
No te sentirás sola y además el hecho de acudir a estos cursos supondrá un aliciente en tu día a día, algo que esperar con ansias en momentos en que te atenace la pena, una alegría. Y estar ocupada es la mejor forma de luchar contra la depresión, de eso no cabe duda.
Probablemente tengas antiguos amigos que te ayudarán a superar la soledad, pero por mucho que ellos lo intenten a veces consiguen el efecto contrario. Se trata de gente que ya estaba ahí cuando tú tenías pareja, que la conocían y que ellos a su vez tienen su propia familia. En ocasiones pasar tiempo con ellos puede ser un recordatorio constante de que ellos tienen algo que tú no y que de verdad anhelas. Su alegría se tornará en tu tristeza.
En el caso de una separación de la pareja se puede dar el caso, incluso, de que las amistades desaparezcan al tiempo que lo hace la otra persona, quizás porque se sentían más unidos a ella o porque su relación era previa a la vuestra. De ahí que tras una ruptura siempre sea recomendable hacer nuevos amigos, aunque esto no tiene que significar dejar de lado a los antiguos. Es, además, como una forma de hacer borrón y empezar de cero.
¿Es normal sentirse mal?
Cuando una se queda sola tiene mucho más tiempo para pensar, para darle vueltas a la cabeza, para dudar si ha tomado la decisión correcta o la equivocada. Y no hay nadie al lado para decirle que todo irá bien, que no se preocupe y que deje de pensar. Esto puede hacer que la pena y la tristeza sean sentimientos habituales, ante los que a veces es bueno dejarse llevar. Pero hay que vigilar que no tornen en depresión.
Ver una película romántica y llorar puede ser muy liberador. Lo importante es que al día siguiente te levantes con una sonrisa y dispuesta a comerte el mundo. Cuando todos los días acaban en lágrimas es cuando una ha de preocuparse y buscar la fórmula de que esa tristeza no se convierta en un patrón que derive en una depresión.
Pero hay que tener en cuenta que cuando alguien pasa por una ruptura o una pérdida es habitual que tenga sentimientos encontrados durante un tiempo, que pase por varias fases, o que incluso se solapen unas y otras. Es relativamente normal que un día sienta que la pena la sobrepasa, pero también que al siguiente la euforia se adueña de ella.
Buscar pareja
Hay que pensar que eso es algo temporal, que llegará un momento en que conseguirá el equilibrio necesario para seguir con su vida y que en ella reinará la alegría. Hay dos posibilidades: se acostumbrará a su soledad o buscará encontrar a alguien que la acompañe.
Un clavo saca a otro clavo, a rey muerto, rey puesto... Son muchos los refranes españoles que hacen referencia a lo usual que es buscar reemplazo en cuestiones de amor. Si estando sola ves que eso no es para ti, que quieres tener a alguien a tu lado ya sabes lo que toca hacer: trabajar para conseguirlo.