La hepatitis es una de las ETS (enfermedad de transmisión sexual) más peligrosas y por desgracia, más común. El 3% de la población padece hepatitis una vez en su vida y la tercera parte de la población mundial la padece actualmente, según estudios norteamericanos sobre la salud en el sexo.
Se trata de una infección grave del hígado producida por un virus y contagiada principalmente mediante el sexo. Es una de las causas más frecuentes de cáncer de hígado.
Hay dos tipos de Hepatitis, la B y la C, ambas contagiadas por el sexo. La manera de contagiarse de esta enfermedad es mediante los líquidos corporales (sangre, saliva, semen...) pero tienen causas muy diversas a la hora de poder llegar a contagiarse. Las más frecuentes son:
- Por compartir jeringuillas de personas que ya padecen la hepatitis. Esto suele dar en la mayoría de los casos en personas drogodependientes, por ello que el mayor número de personas con esta enfermedad sean de estas condiciones.
- Mediante material infectado, sea del sector que sea. Los médicos, a la hora de curar a un enfermo con ets se protegen muy bien para evitar este tipo de contagios.
- Con la utilización de utensilios de higiene personal, como puede ser los cepillos de dientes o las cuchillas de afeitar. Como medida de precaución hay que evitar compartir estos utensilios en su totalidad, pues existen casos de personas que padecen ets y no lo saben aún y confiados pueden contagiar a otras personas de manera involuntaria.
- Durante el embarazado o la lactancia. Si la mujer se encuentra contagiada y le da el pecho a su bebé lo contagiará directamente, por ello, en caso de riesgo de padecer la hepatitis es aconsejable realizarse unos análisis de sangre previos para evitar este contagio.
- Mediante transfusión sanguínea. Actualmente, este caso es menos probable pues tanto en centros de salud como en hospitales, las transfusiones ya están muy controladas y se analizan en varias ocasiones antes de ser utilizadas. Pero, antiguamente, cuando no pasaban tantos filtros, se han dado algunos casos.
Síntomas de la hepatitis
Identificar estas enfermedades es muy complicado pues no se hace patente hasta varios meses después del contagio mediante la práctica de sexo. El enfermo, en esos meses previos, puede sentir cansancio, pérdida del apetito, dolores de estómago y tener la piel amarillenta (ictericia). Estos síntomas son comunes a otras enfermedades que podemos padecer en nuestra vida de manera natural, por ello, los enfermos que sienten dichas anomalías en su salud no se den por aludidos. En algunos casos, la enfermedad se ha hecho vigente muchos meses después de haber sido contagiada la persona y la hepatitis se ha encontrado en muy avanzada situación con difícil cura.
Una vez identificada la ETS se informa al paciente de su situación, se explica qué puede sucederle a su salud a partir de ese instante y se aconseja e informa sobre las posibilidades de cura que se pueden llevar a cabo según ese caso en concreto.
Tratamiento de la hepatitis
El tratamiento farmacológico que más se utiliza por la eficacia y por la facilidad de administrar es la combinación entre la Ribavirina (un antiviral en forma de pastilla que se toma por vía oral) y el interferón pegilado alfa (se lleva a cabo vía subcutánea, mediante jeringuillas). Este tratamiento se llevará a cabo durante un periodo aproximado de 24-48 semanas bajo la supervisión constante de un médico especialista o de otra persona en la que el médico derive su responsabilidad, como personal sanitario de centros de salud.
En los casos en los que la enfermedad está muy desarrollado y el hígado está muy afectado o ya se padece cáncer de hígado, se valorará la posibilidad de llevar a cabo un trasplante de hígado. En España, se llevan a cabo muchos trasplantes diarios de hígado en más de 25 centros de todo el país.
Efectos secundarios de los tratamientos contra la hepatitis
Ambos tratamientos, tanto el farmacológico como la operación de trasplante, pueden provocar efectos secundarios. Por una parte, hay que tener en cuenta que cada persona es un mundo y que no todo el mundo tolera de igual manera una tratamiento tan fuerte como el que se lleva a cabo para la hepatitis. El estómago puede resentirse y como consecuencia, pueden derivarse otras enfermedades más leves a raíz de la ingesta de tantos medicamentos.
En el caso del trasplante, existe un 60% de éxito en España, según informa los estudios de centros de trasplante, pero eso no significa que en algunos casos pueden darse anomalías y que el cuerpo rechace el hígado trasplantado. Por ello, la vigilancia del médico las semanas posteriores a comenzar ambos tratamientos es vital para controlar que todo funcione como debe.
Es importante no olvidar que automedicarse es contraproducente, sobre todo en este tipo de tratamientos tan fuertes y específicos. Es necesario que sea una persona especializada quien determine qué tomar, en qué dosis y qué días. Además, para prevenirlo, las farmacias no podrán administrar las pastillas citadas anteriormente sin prescripción médica.