Paula conectó su ordenador y, como hacÃa cada martes desde hacÃa ya tres años, encendió su web cam.
- ¡Hola, chicos! ¿Qué tal vuestra semana? - dijo, casi a gritos, en la soledad de su habitación.
Paula no obtuvo respuesta verbal, pero sà que recibió una orden escrita a través de la pantalla de su portátil y la ejecutó sin ningún tipo de reparo.
- PeRVerTiDo dice que me quite las bragas y que las huela. ¿Queréis eso chicos? Que vea esa "propina", va.
Dicho y hecho. La escultural rubia de metro setenta y tres recibió más de 15 euros por lo que tendrÃa que quitarse sus braguitas y olerlas.
- ¿Os gustan chicos? Me las he puesto esta mañana, justo después de ducharme. Seguro que a más de uno le hubiera gustado arrancármelas él mismo, ¿verdad? - dijo sonriendo mientras se pasaba su ropa interior por la cara, disfrutándolo tanto como los pervertidos que la miraban cada noche de martes mientras se masturbaban en sus casas.
Aún con un bonito top blanco puesto, que hacÃa que Paula enseñara su tonificado vientre por la web cam, la chica recibió un encargo especial. Era habitual. Algunos de los cientos de chicos y chicas que la veÃan cada dÃa la querÃan solo para ellos.
- Lo siento, chicos, voy a tener que meterme en una sesión privada. Ya sabéis, la pasta es lo que manda. Os envÃo un besazo. ¡Ahà voy, AntonioOoXx, soy tuya!
A menudo, los chicos que querÃan tener una sesión privada con Paula encendÃan también su web cam y la chica podÃa ver cómo éstos gozaban y disfrutaban con su cuerpo. Para ella era lo más fácil. PodÃa ver qué era lo que excitaba a estos y hacerlos eyacular en un abrir y cerrar de ojos con simples movimientos que los hacÃan enloquecer.
Se habÃa olvidado de que estaba ahà para hacer disfrutar a su cliente. Solo querÃa disfrutar ella
Paula se desnudó rápidamente. No querÃa perder el tiempo esa noche. TenÃa facturas que pagar y necesitaba hacerse con un buen pellizco. De repente, a través de la pantalla de su portátil, apareció un enorme pene flácido, con ganas de ser excitado.
- Oh, ¡vaya! - exclamó la rubia al ver el tamaño del miembro. - No sabes cómo me gustarÃa chuparlo y lamerlo hasta hacerlo crecer... Poco a poco.
ParecÃa funcionar. Como solÃa ocurrir en esos casos, los chicos caÃan desarmados ante sus encantos y el pene del "dueño" de Paula en esos momentos comenzó a crecer de manera descomunal sin ser tocado por el chico.
Paula no recordaba haber visto antes ese pene, pero sà la estancia en la que se encontraba el chico. Le resultaba infinitamente familiar: el color de las paredes y los armarios de aquella habitación...
Lo dejó pasar. Llevaba tres años trabajando como webcamer. Ese chico, probablemente, ya habÃa disfrutado de sus servicios y de manera satisfactoria, ya que habÃa vuelto para un nuevo asalto.
- Mójate los dedos con tu propia saliva y comienza a acariciar la cabeza de tu polla. Imagina que soy yo misma la que la lamo con mi lengua... - sugirió la rubia a su "pujador".
El chico obedeció. Se escupió en el pene y comenzó a frotarlo poco a poco, dejando la cabeza del mismo de un color violeta reluciente. Paula estaba deseando saber quién se escondÃa detrás de ese armamento. No le hubiera importado tener una noche de sexo apasionado con él.
Pese a ser bastante frÃa y hacer su trabajo de manera mecánica, de vez en cuando, más de un cliente solÃa calentar a Paula más de la cuenta. La rubia disfrutaba entonces de su trabajo como si no lo fuera.
Paula no dudó en tumbarse encima de su cama, a cuatro patas y abrirse el trasero con sus dos manos, dejando ver su ano bien abierto.
- ¿Te gusta más por delante o por detrás? - preguntó la chica.
"Por delante, pedazo de cerda", escribió el chico casi al instante, dejando de frotar su pene durante unos segundos para volver a agarrarlo casi al instante.
-Te gusta insultarme, ¿no, cabrón? Te fliparÃa tenerme ahÃ, delante de tu polla, mientras sientes mi aliento, y me la trago enterita, como la pedazo de puta que soy...
"Sigue, zorra", tecleó el chico, esta vez sin dejar de masturbarse.
- Está bien. Por supuesto que voy a seguir, pedazo de cabrón. Mira mi coño. ¡MÃralo, pedazo de pervertido! Métele un buen lametón y mete tu polen dentro de él. Destroza mi chochito, joder. ¡¡¡MÃralo, mira lo mojado que está!!!
"DeberÃas de pagarme tú a mÃ, asquerosa. Te he dejado el coño bien mojado", escribió el chico misterioso.
- Mmmhm, ya lo creo que sÃ, hijo de puta. Ven aquÃ. Cómeme el coñito mientras te meto un par de bofetones para que te centres y lo hagas bien... - dijo la webcamer mientras, acostada en la cama, abrÃa las piernas y se pellizcaba los pezones.
"El que te va a dar un par de bofetones soy yo, viciosa. Lo estás deseando. Mira qué carita de puta...", tecleó el muchacho sin dejar de masturbarse.
- ¿Quieres que me abofetee, cabrón? ¿Eh? - dijo Paula mientras se metÃa un par de dedos en la boca y los felaba como si se tratara del pene de su "comprador".
"SÃ", escribió él al segundo.
Paula cogió un cinturón de su armario y comenzó a darse con él en la cara. Nunca habÃa perdido tanto el control como en aquel momento. A menudo, cuando mantenÃa relaciones sexuales, le gustaba ser abofeteada y azotada, pero nunca habÃa llegado a autolesionarse. Lo disfrutaba. Le daba placer. Le estaba encantando ver a ese chico masturbarse. SabÃa que pronto terminarÃa el show y que recibirÃa en su cuenta jugoso dinero y eso le excitaba aún más.
La rubia dejó el cinturón y se puso a cuatro patas mientras gemÃa al introducirse el puño entero en la vagina. Se habÃa olvidado de que estaba ahà para hacer disfrutar a su cliente. Solo querÃa disfrutar ella.
Ante esa situación, el chico sabÃa que debÃa desvelar su identidad. HabÃa pasado mucho tiempo en el anonimato y tenÃa que decirle a Paula que era el momento de pasar a la acción después de tanto tiempo, meses, viéndola cada martes a través de la web cam.
Julián enfocó su cara mientras decÃa un escueto "Hola" a su prima. Siempre habÃa sido su fantasÃa sexual, y desde que la descubrió navegando por internet, no habÃa dejado ningún martes de masturbarse con ella.
La rubia se quedó atónita, pero no paró, no dejó que descubrir a su primo de 23 años masturbándose con ella le frenara el calentón.
- Eres un hijo de puta, Julián. Cuando vaya a casa de la tÃa te vas a cagar. Te voy a dejar la polla muy seca. No sabÃa que calzabas tan bien.
- Yo sà sabÃa que eras una pedazo de zorra, Paula, ¿o deberÃa seguir llamándote Samanta_X? - dijo el primo de la chica.
- Cómeme el coño, pedazo de cabrón. Mira, mira como me corro.
De repente, de la vagina de Paula comenzó a brotar un manantial de flujo al que Julián no pudo resistirse y ante el que acabó deslechándose.
- Mira, primita. Mira como te lleno la cara con mi leche. ¡Mira, pedazo de puta, trágatela!
Como si fuera una orden, Paula puso su cara justo debajo de la web cam, como si el semen de su primo pudiera salpicarle de verdad. Realmente lo deseaba. Lo querÃa en su cara y asà lo demostró.
- Uf... Ha sido increÃble, Julián. Tenemos que repetirlo en vivo y en directo.
- SÃ, pero espero que esta vez no me cobres, primita.