Este año el otoño había llegado más tranquilo de lo normal a Tokio y aunque el frío acechaba, no era lo suficiente para llevar ropa de mucho abrigo. Al ser un día apacible de octubre, la gente aprovechaba para salir y disfrutar de una plácida velada. El piano hall Sometime, situado en el corazón del popular barrio de Kichijoji, estaba lleno de gente y se esperaba con expectación la llegada de la elegante cantante del lugar.
- Damas y caballeros, para celebrar el décimo aniversario del Sometime, me complace anunciar a una voz sensual y prodigiosa, un aplauso para la hermosa Shiori Suotome.
Un fuerte aplauso inundó el club y los clientes de las mesas más cercanas prestaban especial atención mientras una delicada mujer se acercaba al escenario. Era excepcionalmente bella y con un aura que le hacía parecer etérea, tenía una mirada profunda y reposada y llevaba un vestido verde oscuro que acentuaba su esbelta figura y un tocado que enmarcaba sus suaves rasgos. Caminaba de manera sensual y elegante y al llegar al escenario se retiró el chal de cashmere que protegía sus frágiles hombros. Tras mirar rápidamente al público, saludó.
- Gracias a todos por venir y por permitirme ofreceros una de las maravillas del mundo, el poder cantar.
La guitarra empezó a sonar, seguida de las maracas y las notas de un bolero susurraban en cada rincón del club de jazz. Y Shiori cantó:
"If I prove how much I love you with each kiss / Will you cross your heart and promise me all this / That it's more than just a thrill, / That you love me and you will / Be true to me..."
Su melodiosa y suave voz acompañaba a unos espectadores que estaban maravillados con cada estrofa de la canción de Shiori, que evocaba a un tiempo anterior y les transportaba a cálidos paisajes en pleno atardecer. Cuando la bella mujer terminó, el aplauso fue unánime. Y fue en ese momento cuando le vio en primera fila aunque algo apartado. Ahí estaba él, moreno, viril, alto y apuesto. Estaba sentado con una copa de whisky mientras fumaba mirándola. Ella tembló de la emoción, pero en ese momento debía disimularlo y con una solemne reverencia, se despidió del público mientras se retiraba del escenario.
Aunque pareciese una eternidad, Shiori sólo tardó unos minutos en salir de nuevo y paseándose entre las mesas, saludaba a los asistentes y mientras ella se dirigía a la mesa del apuesto caballero, se miraban fijamente el uno al otro. Se sentó mientras seguían mirándose, parecía que no había pasado el tiempo. Tras pedir una copa de vino, ella empezó a hablar.
- ¡Qué sorpresa verte, Kobayashi!
- Sabes que siempre es un placer escucharte en directo.
- Ha pasado ya mucho tiempo. ¿Cuánto, dos años?
- Sí, es verdad. Algunas veces pienso que el tiempo pasa demasiado rápido.- Dijo el apuesto caballero con cierta amargura.
Ella no contestó, sólo se limitó a dar un sorbo de su copa de vino y a mirarle sensualmente.
Su historia comenzó hacía varios años en el mismo piano hall. Habían estado teniendo una aventura en secreto durante bastante tiempo, él estaba casado y, pese a que ya no amaba a su mujer, era imposible que la dejase al ser hija del jefe de su departamento. Habían pasado dos años desde que él dejó de dar señales de vida, dos años en los que Shiori intentó olvidarle.
Pero ahora él estaba otra vez delante de ella, sonriéndole. Cuidadosamente, Kobayashi le acarició la mano y olió el aroma del perfume de rosas que desprendía Shiori. La cantante no pudo evitar devolverle la sonrisa. No sabía por qué había venido a buscarla y quizás tampoco quería saberlo del todo. Estuvieron charlando hasta casi la hora del cierre. Él le comentó que estaba en trámites de divorcio, que por fin había decidido dar ese paso y por ello, el caballero invitó a Shiori a la habitación del hotel de Shibuya en el que se hospedaba esos días. Dudando, finalmente la cantante aceptó. La noche estaba en ese momento más fría y la mujer cambió su chal por otro de piel mientras ambos se dirigían al lujoso coche de Kobayashi.
El viaje estuvo cargado de pasión contenida. Cuando Kobayashi encendió la radio, el piano y el saxofón empezaron a sonar. En cada semáforo, Kobayashi acariciaba cuidadosa y sensualmente la pierna de Shiori y ella le devolvía la caricia con un beso en el cuello. Se deseaban con la mirada y ambos anhelaban entregarse a la pasión de la noche.
No tardaron en llegar a la habitación del lujoso hotel en el que Kobayashi se hospedaba. Nada más entrar, el caballero encendió la tenue luz de esos majestuosos aposentos, para que los sentidos se abriesen al más entregado placer. Abrazó a Shiori por la espalda mientras le besaba tiernamente el cuello para después empezar a recorrer la tersa piel de la bella mujer que seguía oliendo a rosas, ese aroma que tanto le embriagaba desde el momento en que la conoció. Shiori se dio la vuelta, los amantes se miraron, en sus ojos había amor, lujuria y el anhelo de entregarse completamente a sus instintos.
- No sabes cuánto te he echado de menos, Shiori.
- Yo también, Hiroki.
Empezaron a besarse apasionadamente, sus lenguas se entrelazaban con lujuria, ambos habían esperado tanto tiempo para volverse a saborear que sus labios se unían con ardiente pasión. Comenzaron a acariciarse, Shiori recorrió la viril espalda de Hiroki Kobayashi mientras él deslizaba los dedos de sus manos por debajo de la fina cintura de la cantante. Querían más, Hiroki se desanudó la corbata y se desabrochó la camisa, dejando libre unos cuidados pectorales y un torso masculino que derretía a Shiori. La bella dama se deshizo de su elegante vestido para mostrar su cuidada figura, que hizo estremecerse al caballero de deseo. Impaciente, el hombre empezó a acariciar los delicados senos de Shiori, sentir en sus yemas la tersa piel de los pezones de la hermosa cantante le excitaba a Hiroki, porque veía cómo Shiori disfrutaba de sus caricias, como se entregaba al placer.
Volvieron a besarse mientras se abrazaban con pasión. Tal era el deseo, que se tiraron en la alfombra beige de la habitación, tras rodar un poco, los amantes seguían besándose mientras sus manos recorrían el cuerpo del otro. Hiroki disfrutaba del tacto de los pechos y del vientre de Shiori, mientras ella recorría con las yemas de sus dedos el cuidado abdomen de su viril amante. Se miraban con ternura, parecía que el tiempo no había pasado, que esos dos años se habían esfumado. El caballero recorrió con sus labios el cuerpo de Shiori hasta llegar a esa fuente de vida y de placer, que le esperaba impacientemente. Hiroki volvía a sentir el sabor de su furtiva amada, el intenso y agradable aroma estaba unido a la ambrosía que desprendía la preciosa cantante. Ella gemía de placer, Hiroki degustaba con ardiente empeño ese apreciado tesoro.
Shiori también quería sentir en su paladar el generoso atributo del gentil caballero. Por ello, no dudó en cambiar de posición para deleitarse con aquella muestra de hombría. Sus labios recorrían cada parte de ese rico manjar, que la mujer después se llevó a su boca, para sentirlo de la forma más profundamente posible. Hiroki sentía cómo Shiori estaba entregada a saborearle plenamente y el caballero disfrutaba de la entrega de su bella amante.
Los insaciables amantes entremezclaron sus sabores con el pasional beso que se dieron para después ir cogidos de la mano hasta la cama. Volvieron a dar un par de vueltas en ese confortable lecho para después pasar a la acción, tras volver a saborear esa fruta de la pasión, Hiroki empezó a penetrar a Shiori, lentamente, para sentir como ella se iba abriendo poco a poco al placer. La mujer sentía cómo su amante iba invadiéndola paulatinamente hasta llegar a lo más profundo de su ser. Ambos no se pudieron resistir más y se entregaron plenamente al arrebato del erotismo, hacían el amor tiernamente, besándose con locura, sintiendo la piel del otro, yendo cada vez más deprisa, sintiendo cómo sus cuerpos iban convulsionándose, llegando al pleno éxtasis al unísono, gimiendo de gozo mientras se desataban y se entregaban fervientemente al placer de volver a sentirse el uno al otro.
Tras el intenso orgasmo que tuvieron al mismo tiempo, los amantes siguieron retozando con cariño, disfrutando del tacto de sus pieles, mirándose con ternura y amor, en ese momento cualquier cosa parecía posible, bajo el techo de la habitación sólo existían ellos dos, no había nadie más, sólo el amor y el deseo. El sueño hizo acto de presencia y Shiori se quedó dormida sobre el pecho de Hiroki. Era un momento de plena felicidad.
Al poco de llega el amanecer, Shiori se despertó con el murmullo de Hiroki, él estaba hablando con su esposa por teléfono. No pudo evitar escuchar parte de la conversación, la mujer no se encontraba bien de salud y sólo quería oír la voz de su marido. Él le contaba cómo habían sido estos días en Tokio y que pronto regresaría a Sapporo. A Shiori le invadió una sensación de melancolía y de decepción. Él, durante la conversación que tuvieron por la noche, le comentó cuánto había pensado en ella y que cada vez que escuchaba la música de un bolero se acordaba de su voz y del aroma de las rosas. Sin embargo, la mujer en ese momento supo con certeza que Hiroki podría amarla, cierto, pero no como ella deseaba.
El hombre se tumbó de nuevo y dio un tierno beso en la mejilla a Shiori, que abrió los ojos para mirar a su amante. Hiroki sonreía mientras le acariciaba los cabellos.
- No sabes lo que te he echado de menos.
- Sí, es verdad, no lo sé.-Comentó también Shiori sonriendo levemente los labios.
Hiroki notó que algo cambió en la sonrisa de la cantante. Pese a ello, decidió no darle importancia. Tras darle otro beso, le comentó:
- Vamos a ducharnos y después desayunamos juntos, quiero estar más tiempo a tu lado puesto que parto para Sapporo mañana a mediodía.
Con una sonrisa triste, Shiori le contestó:
- Por supuesto, Hiroki, ahora voy.
Fue así como el hombre se dirigió a la ducha. En ese instante, Shiori aprovechó para marcharse, había aceptado que se trataba simplemente de una aventura, pero quería escapar, huir y no volver a ver Hiroki. Rápidamente se vistió, su rostro reflejaba la desdicha más absoluta y conteniendo el llanto salió de la habitación.
Por la noche, Shiori volvía a cantar en el Sometime. Era de nuevo una velada estupenda, con un tiempo maravilloso que permitió que el piano hall estuviese lleno otra vez. El público esperaba con impaciencia a la cantante. Y con la cabeza bien alta, Shiori salió al escenario ataviada con un elegante vestido negro de noche y un fular blanco que envolvía cuidadosamente su cuello, esta vez, su preciosa melena azabache cubría sus hombros y antes de que el piano sonase, dedicó unas palabras a los asistentes.
- Esta canción me recuerda a una antigua historia de amor y en esta magnífica noche, es momento de sentir la emoción del reencuentro. Va para él... y también para vosotros.
El pianista empezó a tocar, la mujer dio un profundo suspiro y empezó a cantar:
"Speak low when you speak, love / Our summer day withers away too soon, too soon / Speak low when you speak, love / Our moment is swift, like ships adrift, we're swept apart, too soon..."
Shiori cantaba de manera sentida, transmitía melancolía y desazón en su voz, que no se quebraba en ningún momento pese a cantar con una profunda tristeza. La mujer no lo sabía, pero Kobayashi le estaba escuchando apartado en una de las mesas interiores.
"It's late, darling, it's late / The curtain descends, everything ends too soon, too soon / I waited, darling, I waited..."
No supo cómo pero Shiori se dio cuenta de su presencia y, pese a estar apartado, mientras acababa la canción le miró y Kobayashi le devolvió la mirada. Tras los aplausos, la cantante hizo una reverencia y dejando escapar una lágrima, abandonó el escenario.