Las relaciones de familia pueden llegar a ser conflictivas, y más aún cuando se trata de la familia política, ya que es habitual que haya roces entre unos y otros. Pero más allá de los piques y celos que pudieran surgir entre hermanos y cuñados la relación conflictiva por excelencia es la que mantienen suegras y nueras. Son numerosos los motivos por los que una suegra y una nuera pueden no llevarse bien como también diversas las formas de tratar de solucionar la situación.
En el post de hoy nos vamos a centrar en un caso concreto de malas relaciones entre nueras y suegras como es cuando la nuera es la que no soporta a la suegra. Y es que la animadversión no tiene que ser compartida. Puede que la madre de nuestro marido se desviva por agradarnos y sea eso precisamente lo que incremente las pocas simpatías que sentimos hacia ella.
Lo primero es no obsesionarnos con el asunto ni ver fantasmas donde no existen. Una vez seamos conscientes de la situación, podremos definir el problema y trabajar en buscarle una solución eficaz.
Caracteres incompatibles
Antes de entrar en materia vamos a ver los motivos por los que puede caerte mal tu suegra. El primero no tiene nada que ver con la familia política, sino que te puede ocurrir con cualquier otra persona: no congeniáis. No tenéis nada en común, incluso tenéis opiniones contrarias en numerosos asuntos y vuestros caracteres chocan por lo que cada encuentro acaba en discusiones.
Solución a este problema
En este caso la única solución viable es tener paciencia y dejar que el tiempo haga el resto. Si cada vez que tu suegra abre la boca para opinar de algo te dan ganas de levantarte de la mesa y rebatirle punto por punto, no lo hagas. Piensa en el bien de la relación con tu marido y rechaza contestar y decir cosas que sabes que podrían dar lugar a un conflicto con su madre.
- Una buena estrategia es veros poco
- Veros en reuniones en las que haya mucha más gente: así es fácil no entablar conversación con ella sin levantar sospechas de tener una conducta asocial
- Armarse de paciencia
- Acudir a clases de relajación antes de uno de tus encuentros con tu suegra
Exceso de celo entre suegra y nuera
Hay hombres que tienen una madre protectora e incluso sobreprotectora a pesar de que haya hecho su vida, se haya casado e, incluso, tenga algún hijo propio. Es uno de los principales motivos por los que una nuera se puede llevar mal con su suegra. Ésta se cree con derecho a opinar y a hacer, probablemente del mismo modo que hacía antes de que conocieras a tu pareja. Puede que a su hijo no le importe pero a ti sí.
Debes intentar hacerle ver que existen límites que no debe sobrepasar y que aunque te vayas a equivocar también es importante errar de vez en cuando para aprender de los fallos. Del mismo modo que tú no le dices a ella qué ha de hacer o te involucras en cómo se han de gestionar determinados asuntos ella debe hacer lo mismo en lo relativo a su hijo y vuestra relación. Pero debes tener en cuenta que esto es aplicable para tu suegra pero también para tu madre. No se puede aplicar una doble vara de medir a la hora de hablar de suegras.
Si conversas con ella y le haces entrar en razón puede ser consciente de que resultaba invasiva y a buen seguro de que os deja vuestro espacio. En la mayor parte de los casos una madre actúa así por amor y protección hacia su familia, no con ningún tipo de maldad, por lo que una vez se les advierte del error se dan cuenta y rectifican pronto. A partir de ahí vuestra relación puede ir como la seda.
Existencia de conflictos previos
Las relaciones entre suegras y nueras comienzan antes, en la fase de noviazgo con tu pareja, por lo que pueden arrastrarse conflictos de entonces. Se trata de desavenencias que no fueron gestionadas en su momento y que con el tiempo se han ido encallando. Son problemas que en un principio podían no tener la menor importancia pero que han ido haciendo mella en vuestra relación y basta que ella te diga hola para que a ti se te crispen los nervios.
Pueden ser discusiones, una mala contestación e incluso una riña por a quien invitasteis o no a la boda. Son pequeñas cuestiones pero que se van sumando como si fueran granos de arena que hacen que al final exista un conflicto latente. Para solucionarlo nada como aclarar las cosas, hablarlo e incluso plantearse empezar desde cero, sin resentimientos, por lo que pudiera haber sucedido en el pasado.
Eres la nueva de la familia
Cuando alguien llega a la familia la recepción no siempre es buena, sobre todo si de suegras y nueras hablamos. Tú vas a tener una única suegra pero ella puede tener varias nueras, a las que conoce de más tiempo, con las que guarda confidencias, con las que habla de ti e incluso pueden caerle mejor que tú -o que a ti te provoque esa sensación. Como recién llegada has de intentar llevarte bien tanto con la madre de tu marido como con el resto de los miembros de la familia evitando esas distinciones que existen para contigo.
La forma de conseguirlo es integrándote en la familia y mostrando lo mucho que quieres a tu pareja. Esto, por lo general, sirve para normalizar cualquier tipo de relación con otros familiares. Presentarse como una igual, sin pretensiones ni ninguna agenda oculta son formas de ganarte el cariño de la familia y evitar que, a su vez, a ti te caigan también mal. Cuando vea que eres de fiar te tratará igual de bien que al resto de nueras y tu sobrellevarás mejor su presencia.
Apóyate en tu pareja
El marido es el que se encuentra en medio de cualquier discusión entre suegras y nueras. Una es su pareja y la otra es su madre, probablemente las dos mujeres más importantes de su vida. Si ves que ha llegado un punto que no soportas a tu suegra coméntale que se te hace difícil mantener una relación cordial con ella. Si sabe de la situación puede ayudar a suavizar las cosas o, al menos, a no forzarlas.
Pero ten cuidado a la hora de plantearle el tema a tu pareja. No ataques a su suegra, porque puede volvérsete en su contra. No has de olvidar que esa mujer que tu no soportas es la mujer que le dio la vida y hay ciertos comentarios sobre su madre que pueden ofender profundamente a tu marido. Tampoco le des un ultimátum obligándole a elegir entre ella y tú. No es justo para él y, además, puede que seas tú la que salga mal parada. Al fin y al cabo, él siempre será su hijo.
Él es lo que las dos tenéis en común y a buen seguro que lo que ambas buscáis es su bienestar y felicidad, por lo que a veces habrás de ceder y tener paciencia con el fin de conseguirlo.