En España, el día de San Valentín se celebra el 14 de febrero y en ella los protagonistas son los enamorados, como en muchas otras partes del mundo. Sin embargo, no todos los países conserva las mismas tradiciones ni fechas de esta fiesta. Es el caso de el "Dragobete", el San Valentín de Rumanía.
El Dragobete es una fiesta con un origen pagano que surgió para celebrar el inicio de la primavera, aunque recientemente también se le ha atribuido un carácter romántico. En Rumanía defienden que es muy antigua, que proviene desde el periodo de los dacios hace más de 2000 años, aunque en el fondo los primeros registros que se tienen de ella son del siglo XIX. Tradicionalmente se celebraba el fin del invierno y la llegada de la primavera y de una nueva época reproductiva para plantas y animales (incluidos los humanos). Se supone que con la llegada de la primavera la gente sale de sus refugios y se relaciona de nuevo entre ella, festejando el buen tiempo.
La leyenda habla de Dragobete, un apuesto y joven dios parecido a Eros, Adonis y otros dioses de la misma talla en otras culturas. Era hijo de Baba Dochia una mujer por naturaleza impaciente y soberbia, que está caracterizada como el invierno. Se le suele representar como una mujer anciana. Sin embargo, Dragobete es un dios que representa todo lo contrario a ella, el cálido abrazo de la primavera y la llegada del calor y amor al mundo.
Dragobete era "el padrino celestial" de todos los seres vivos y antes del 24 de febrero él era encargado de oficiar "la boda" de todos los animales. Por eso coincidía esta fecha con la cría de las aves no migratorias, que creaban sus nidos y se reproducían. Por eso, ese día también se le llamaba " el día del compromiso de las aves". Con el tiempo esta leyenda se traspasó también a los humanos. Se cree que si ese día los jóvenes e declaran su amor Dragobete les da su bendición y permanecerán unidos todo el año. También se cree que los rumanos que participan esa fiesta estarán protegidos de las fiebres y otras enfermedades durante el año venidero.
El ritual de los jóvenes
Los rumanos y rumanas jóvenes aprovechaban para declararse ese día. Ambos se ponían sus trajes de fiesta y se acicalaban. Por un lado, las chicas se levantaban temprano y recogían nieve para limpiarse el pelo y la cara con ellas. Es para que la frescura de la nieve les de fuerza y vitalidad, también así evitaban enfermar ese año. Si no había nieve se dedicaban a recoger las primeras flores de la primavera en los claros del bosque, las más típicas eran las violetas pero en rumano se llama "guiochel" o campanilla de invierno. La nieve y flores que recogían también las utilizaban para hacer pócimas de amor en sus casas. Esas flores debían guardarlas hasta el 24 de junio, el día de Sanziene, donde tendrían que tirar las flores junto con incienso a un arroyo, para alejar la mala suerte. Se creía que las mujeres que no siguiesen esta tradición no se casarían nunca.
Por su parte los jóvenes de Rumanía se dedicaban a buscar ramas de avellanos para construir los "restee", que son piezas de madera que sirven para sujetar el yugo a los bueyes. Era en los claros de los bosques donde chicos y chicas hacían hogueras y aprovechaban para relacionarse los unos con los otros y pasarlo bien. Cuando regresaban a sus casas al mediodía el chico tenía que perseguir a la chica que más le había gustado, si conseguía pillarla tenía derecho a pedirle un beso en público, como una forma de declarar su amor delante de todo el pueblo. Si la chica aceptaba y se besaban se comprometían al menos durante un año, hasta el siguiente Dragobete. Antiguamente, en las afueras de los pueblos la gente del lugar se reunía para ver la llegada de los chicos y así enterarse de cuáles serían las próximas bodas.
La tradición de los rumanos adultos
Cuando el rumano o rumana era adulto y ya estaba casado no participaba en el ritual anterior, si no que Dragobete iba destinado a mantener vivo el amor con su pareja. Para ello la mujer no debía de trabajar ese día, si no cuidarse, arreglarse y salir con el objetivo de que un desconocido les tocase las manos o la cara, para ello debían ir a los pueblos vecinos donde no conociesen a nadie y coquetear levemente con otros hombres. Se supone que eso mantendría vivo el deseo de sus parejas hacia ellas. También recogían el agua proveniente de las últimas nieves, con el fin de hacer pócimas que las mantendrían bellas como las hadas.
Dragobete en la Rumanía actual
Lógicamente en la actualidad los rumanos y rumanas han cambiado estas tradiciones, igual que en otros países. Todavía se mantienen en algunos pueblos como parte de las fiestas folclóricas, sin embargo hoy en día la influencia de norteamérica y resto de europa ha asemejado el día de Dragobete al San Valentín que todos conocemos. De esta manera, al alejarse de las tradiciones los rumanos han adquirido la costumbre de regalar bombones, flores a sus parejas (muy populares las campanillas de invierno antes mencionadas) y ositos de peluche.
Por otro lado, el 1 de marzo se celebra el Martisor, la fiesta de la primavera, que al contrario que la fiesta de Dragobete que se ha occidentalizado sigue manteniendo su esencia original. Es típico que el rumano regale a su pareja en este día un "martisoare", en un amuleto que expresa su amor y que desea a los seres queridos un buen año. Los más típicos tienen un están formados por una figura en forma de trébol y otra en forma de deshollinador, ambos están anudados entre sí con una cuerda blanca y una cuerda roja. La blanca representa la pureza del invierno y la roja el amor incipiente que aparece en la primavera, ya sabéis "la primavera la sangre altera". Es el triunfo del amor sobre el gélido invierno.
Por último si tu pareja y tú lleváis tiempo deseando hacer un viaje romántico el Dragobete es una excusa perfecta para salir del país y conocer otras culturas y tradiciones, huyendo así del típico San Valentín europeo.