Llega un momento en la vida de toda persona que comienza a plantearse si realmente quiere tener hijos, si debería comenzar a preocuparse por formar lo que se conoce como una familia tradicional. Tener un marido u una mujer, tener dos hijos y un perro, una hipoteca y un puesto de trabajo fijo: lo que siempre nos han enseñado que debe ser el culmen de nuestra vida, nuestra meta final. Pero, ¿es realmente esa nuestra meta final? ¿De verdad queremos tener esa clase de familia, atarnos de esa manera durante el resto de nuestra vida, solo porque nos hayan enseñado que eso es lo mejor?
No nos engañemos, estamos educados socialmente de tal forma que veremos como positivo el tener un marido o una mujer, y el comenzar a tener hijos. Por suerte, se está comenzando a superar ese estereotipo de familia tradicional heterosexual, y se comienzan a vislumbrar otras posibilidades; dos mujeres pueden casarse y tener hijos, al igual que pueden hacerlo dos hombres, y ya nadie se echa las manos a la cabeza. Poco a poco, se van superando esas barreras que socialmente nos habíamos impuesto a nosotros mismos. No obstante, hay otras que todavía no hemos siquiera empezado a plantearnos. Por ejemplo: ¿es realmente necesario tener un marido o una mujer? ¿No hay relaciones más allá? ¿No hay futuro más allá de la familia, del núcleo familiar tal y como lo conocemos hasta ahora? ¿No puede haber familias de un miembro, de dos, o incluso formadas por animales?
Aunque lo pensemos, aunque haya una parte de nosotros mismos que tiemble ante la idea de tener hijos y el matrimonio, lo cierto es que siempre llega esa temible edad en la que todo el mundo comienza a preguntarnos lo mismo. "¿Para cuándo la boda?", "¿Para cuándo los niños?", "¿Todavía no te ha dicho tu marido (o tu mujer) que os lancéis a la aventura del embarazo?". Te lo podrán preguntar de mil maneras distintas, y lo harán. Porque lo verán lo más lógico del mundo. ¿Cómo no vas a tener hijos? ¿Acaso no quieres que tu vida esté completa?
¿Queréis saber algo? Hay vida más allá de los bebés. Mucha vida. Y mucho más plena en sentidos totalmente distintos; porque sí, tener un bebé y verlo crecer, convertirse en una persona de provecho (en la mayoría de las ocasiones) es muy gratificante. Pero tener tiempo para uno mismo también. Así que si os encontráis en esa temible edad, si os están presionando a ti y a tu mujer, o a ti y a tu marido, para que tengáis hijos... Aquí os damos diez razones por las que no tener hijos es una alternativa estupenda. ¡Vamos a ello!
1. Tendréis más tiempo para vosotros
El motivo principal por el que no tener hijos es una buena opción es que tendréis más tiempo para vosotros mismos, y no solo como pareja, sino también como individuos. Podréis dedicaros a vuestras aficiones; podréis ir al gimnasio una hora o dos todas las tardes, porque no habrá un bebé que requiera todo vuestro tiempo constantemente.
2. Podréis viajar
Y, dentro de tener tiempo, también podréis viajar. No tendréis que estar pensando constantemente en vuestros hijos, y en destinos en los que ellos puedan encontrarse cómodos, no. Podréis ir a las Islas Griegas, de crucero por el Mediterráneo, coger veinte días de vacaciones e ir a descubrir Estados Unidos, o Japón. Podéis ir de mochileros, descubrir rutas perdidas por vuestro país, hacer amigos en cualquier punto del globo. Son cosas que, por desgracia, con niños no podréis hacer. Os cortarán mucho las alas, y os impedirán viajar como siempre habéis deseado.
3. Los niños cuestan mucho dinero
Mantener a un hijo es excesivamente caro. Para el que tuviera como meta de futuro el ser padre o madre, seguramente ese desembolso económico no dolerá en absoluto. Pero para aquel que no quisiera tener hijos en ningún momento, y que los tuviera porque "era el momento", dolerá. Y dolerá mucho. Porque en lugar de comprarse la ropa que quería, tendrá que comprar pañales, útiles para el colegio, o pagar las clases extraescolares. Y nada de esto es barato.
4. Nada de noches en vela por niños llorando
Cuando se tienen hijos, se debe asumir que pasarás muchas noches en vela, y no solo al principio. Primero serán las comidas por la noche, luego llegarán los primeros dientes de leche, luego gases... Y así hasta llegar a la adolescencia, cuando creeréis que todo ha acabado, pero nada más lejos de la realidad. Los problemas amorosos de vuestros hijos, así como todo lo relacionado con sus estudios, os mantendrán en vela más de una noche. ¡Sobre todo si es la noche que ellos han decidido salir de fiesta! Cosa que vosotros lleváis sin hacer mucho tiempo, además.
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Pero si no tenéis hijos, no tendréis este problema. No habrá noches en vela, aparte de esas en las que decidáis salir a bailar hasta que amanezca, claro.
5. El romanticismo seguirá presente en vuestras vidas
Junto a la falta de sueño y a la falta de dinero, aparece también la falta de romanticismo. No dormiréis, no descansaréis, no tendréis fuerza para detalles románticos como antes, y la pareja irá enfriándose poco a poco. No siempre pasa, por supuesto, pero es una posibilidad. Porque un cambio tan brusco como es el tener un hijo se nota mucho. La pasión tampoco podrá ser lo mismo, puesto que no podréis olvidar en casi ningún momento que hay un pequeño ser con vosotros en casa.
6. Adiós a las jornadas de cine con hijos
Despedíos de las jornadas de cine si tenéis hijos, así como de cualquier otra actividad que requiera tranquilidad. Porque los niños lloran, chillan, se enfadan, necesitan entretenimiento constante... Y este tipo de actividades no son para ellos.
7. Sin hijos, vuestra casa estará más ordenada
Si no tenéis hijos, vuestra casa estará siempre mucho más limpia y ordenada (dentro de lo que cabe, claro). Porque no habrá nadie que quiera pintar las paredes con ceras, no habrá nadie empeñado en subirse a todos los rincones posibles. A menos que tengáis un gato, claro, aunque eso ya es otro asunto.
8. Podréis descubriros a vosotros mismos
Con la llegada de un niño, todo cambia. Vuestras prioridades cambiarán y, aunque creáis que no, vosotros también lo haréis. Lo que el niño quiera irá por delante de todo lo que vosotros queráis; iréis perdiendo vuestra identidad para pasar a ser "madre de" o "padre de". Vuestro tiempo será para ellos, y os descubriréis pensando única y exclusivamente en ellos. Es una forma de vida que no todo el mundo puede llevar, un darlo absolutamente todo, un entregarse por completo que no es apto para cualquiera.
9. Podréis evolucionar laboralmente
El trabajo requiere tiempo, pero los niños también. Si en vuestro trabajo os exigen ciertas horas para evolucionar, tendréis que concedérselas si es lo que queréis; pero, con niños, esto nunca será tan fácil. Porque los niños también requieren mucho tiempo, a veces más del que realmente se dispone, y hay que quitárselo a otras cosas. Todo es cuestión de prioridades, por supuesto, pero lo cierto es que tener hijos coarta mucho a nivel laboral.
10. Podéis ser muy felices sin hijos
Vuestra vida sin hijos puede ser tan plena como la vida con hijos. No es necesario ni una cosa ni la otra para ser del todo feliz; se puede alcanzar la felicidad de cualquier manera, siempre que el contexto sea propicio. No lo veáis como una obligación, puesto que no debe serlo. Tener hijos porque toca sí que puede ser una buena forma de acabar tanto con vuestra felicidad como con la suya.