La familia es uno de los bienes más preciados para casi todas las personas. Nos sentimos orgullosos de ella y nos gusta compartir los momentos importantes de nuestra vida junto a nuestros seres más queridos. A todos nos gusta participar en una reunión familiar, aunque en la mayoría de los casos acabe habiendo algún conflicto, a costa de la política o el fútbol.
Sin embargo mantener a la familia unida no siempre es fácil, especialmente cuando hay hermanos, cuñados, nietos, tíos, sobrinos, primos,... Según van pasando los años la familia crece y las distintas obligaciones de cada uno impiden en muchas ocasiones celebrar una reunión en condiciones e incluso, dificultan el mantener el contacto.
Las relaciones no siempre son fáciles y todos hemos tenido algún conflicto con algún otro miembro de la familia. La diferencia de edad, los diferentes gustos, los trabajos o el lugar de residencia pueden ser fuente de conflicto muchas más veces de las que querríamos. A pesar de ello, si uno quiere puede mantener a su familia unida. En este artículo os vamos a dar varios consejos para superar ese problema y poder disfrutar de los seres queridos en plenitud.
Lo principal, especialmente si la familia es muy grande y ya hay cuñados, nietos, tíos, sobrinos y demás, es tener paciencia y aprender a ponerse en la situación del otro. Para poder seguir manteniendo el contacto y celebrar alguna reunión es indispensable saber ceder ante otros. Reconozcámoslo: es imposible que a los padres les apetezca hacer lo mismo que a los nietos o que todos tengan la misma libertad para quedar.
Cuanto más grande sea la unión familiar más posible es que los miembros tengan opiniones y gustos contrarios en muchos temas. Se trata de buscar un nexo de unión y encontrar lo que puede gustar a todos. En caso contrario, alternar y si un día toca ir a un partido de fútbol, al siguiente se puede ir a ver una obra de teatro.
La llegada de los cuñados
Cuando una unidad familiar es pequeña (padres e hijos) mantener el contacto y celebrar alguna reunión de vez en cuando no suele ser problema. Más allá del horario laboral de cada uno o que vivan en otras localidades suele ser fácil organizarse. Los problemas suelen producirse cuando uno de los hijos tiene una pareja estable. Esto supone que forman parte también de otra familia, la política y han de repartirse entre las dos para cualquier reunión.
Es habitual que exista un conflicto a la hora de decidir con cual de las dos familias se celebra la Navidad o a cual de las dos casas se va a comer el domingo. Está probado que lo más práctico en este caso es repartirse los grandes acontecimientos: Nochebuena con los padres de uno, Nochevieja con los padres del otro. Eso sí, es un detalle llamar a la otra familia para que sepan que os habéis acordado de ellos.
Parece fácil, pero las cosas se suelen complicar cuando hay varios hijos con pareja y con sus consiguientes familias políticas. El reparto del calendario aquí se antoja más difícil y parece propio de un encaje de bolillos. Por eso resulta fundamental la organización y tratar de ser lo más ecuánime posible a la hora de repartir las visitas familiares. Es importante que ya entonces, antes de que la familia siga creciendo, se haga un esfuerzo por mantener el contacto con hermanos y padres. Si nos acostumbramos a hablar con ellos y verlos de manera asidua no será difícil seguir haciéndolo más adelante, se verá como algo natural.
Los niños se convierten en adolescentes
Las relaciones se complican, como ya dijimos, según se van incorporando nuevas personas a la familia y el conflicto es mayor cuando empieza a haber nuevos bebés en casa. Cuando aún son pequeños será habitual quedar con tíos, primos y cuñados, que estarán encantados de disfrutar de sus sobrinos. Las cosas van a peor cuando esos niños alcanzan la adolescencia, una de las etapas más temidas por los padres.
Este tiempo se caracteriza por ser una fuente inagotable de conflictos con cualquier adulto, sean sus padres o sus tíos, por lo que convencerle de ir a pasar el domingo a casa de la abuela no resultará fácil. Todos hemos sido jóvenes y hemos visto como a cierta edad es más fácil congeniar con hermanos y cuñados que con miembros mayores de la familia.
Así que en el caso de que vuestros hijos tengan primos de edades similares lo ideal es que coincidan en la reunión familiar, porque tendrán ocasión de entablar conversación con gente que puede tener gustos y opiniones similares. Si además han tenido un contacto constante durante los años anteriores con los primos se mostrarán receptivos a acudir al encuentro.
Familiares que viven en otras ciudades
Las relaciones a distancia se resienten. Todos lo sabemos. Pero también es cierto que hoy en día hay muchas más posibilidades de mantenerlas que hace unos años. Las nuevas tecnologías están de nuestro lado y nos permiten hablar y ver a aquellos que están a miles de kilómetros de distancia a través de una pantalla, sea la del ordenador, la de la tablet o la del teléfono móvil.
Cuando uno está fuera, especialmente si se ha ido con su familia más cercana -pareja e hijos- puede resultarle complicado a veces mantener el contacto con el resto de la familia y llegará un momento que le dará pereza llamar a otros familiares. La clave es la perseverancia y acostumbrarse a estar en contacto con tíos, primos y sobrinos de manera constante. El mail, los mensajes instantáneos y las redes sociales nos permiten mantener esas relaciones durante todo el año y no limitarnos a mandarles una felicitación navideña por puro compromiso. Incluso se pueden crear grupos de familia a través de estos sistemas para que todos estén conectados.
Los conflictos más frecuentes
A pesar de que cada familia es diferente hay una serie de temas que suelen resultar conflictivos. Se trata de la política, el fútbol y el dinero, especialmente si no todos comparten la misma opinión. Si lo hacen no hay problema, pero si en la misma familia hay seguidores de equipos de fútbol rivales o con ideologías enfrentadas es fácil que las reuniones acaben en gritos. Además, a buen seguro que el conflicto se acaba extendiendo a otros miembros de la familia. En estos casos, lo más práctico es hablar con todas las partes implicadas y llegar al acuerdo de no tratar esos dos temas durante las reuniones familiares, por el bien de todos.
Otra cuestión es el dinero, tema peliagudo allá donde los haya. Las herencias pueden ser origen de conflicto entre hermanos o el hecho de que haya habido préstamos de dinero entre varios familiares. En ese caso, lo más adecuado es que resuelvan esas cuestiones en privado, sin implicar al resto de los miembros de la familia, que pueden ponerse del lado de una u otra parte y acabar el asunto en un enfrentamiento a gran escala.