Si nos preguntan qué miembro de la familia es el que más posibilidades tiene de llevarse mal con otro diremos que la suegra. Las madres, especialmente cuando se trata de hombres, parece que tienen colgado el san benito de acaparadoras, celosas y generadoras de discusiones de todo tipo. Es por ello que cuando alguien llega a una familia trata de buscar la aceptación de la madre de su pareja, sin pensar en que hay otras las mujeres que pueden ser también fuente de conflictos.
Estamos hablando de las hermanas de nuestra pareja. Son las mujeres que más cerca de él se encuentran, obviando a su madre, y en ocasiones pueden dar lugar a más conflictos que las propias suegras. Las cuñadas pueden también sentir la obligación de proteger a sus hermanos, celarse de que haya otras mujeres en su vida y acabar por poner en peligro las relaciones de toda la familia.
En caso de relaciones no duraderas o con pocas posibilidades de futuro es cierto que el hecho de llevarse bien o mal con las cuñadas no reviste gran importancia. Es más, puede darse la circunstancia de que ni siquiera exista trato con los hermanos de tu pareja. Sin embargo, cuando se trata de algo estable las continuas discusiones con las cuñadas pueden poner en peligro no sólo la convivencia de la familia, sino tu propia relación amorosa.
La importancia de las cuñadas
Se trata de las hermanas de tu pareja, personas a las que estará muy unida y probablemente a las que pida consejo en más de una ocasión. Cierto que los lazos con una madre son importantes, pero también lo es que solemos hacerles menos caso que a los hermanos. Creemos que una madre ve más peligros de los que realmente existen y que su actitud puede resultar exagerada en ciertos asuntos.
Sin embargo las hermanas, quizás por el hecho de tener edades similares, se convierten en un punto de referencia. Tanto para pedir consejo como para hablar de mujeres. A buen seguro que las cuñadas serán una de las personas que primero tenga conocimiento de vuestra relación y hasta pueden servir como comodín a la hora de introducirte en la familia. Se entiende que son un apoyo, no una fuente de discusiones.
De ahí que sea importante mantener con ellas una buena relación. Al mismo tiempo que pueden abrirte las puertas a toda la familia pueden cerrártelas. Has de darte cuenta de que estas mujeres, ya sean hermanas políticas o hermanas naturales, llevan más tiempo ahí que tú y son una referencia en cuestión de mujeres. Las comparaciones entre ellas y tú van a existir, aunque en ocasiones hasta se hagan sin mala intención. Es algo inevitable.
El punto de vista de la hermana
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que el conflicto no puede venir dado sólo de la mano de las hermanas de tu pareja. También se da la situación contraria en la que es ella la cuñada y la que tiene que lidiar con la recién llegada a la familia.
Puede sentirse incómoda, fuera de lugar o desplazada por encontrarse con un núcleo unido del que no forma parte. El resto de la familia ya se conoce desde hace años y el entrar a formar parte de esa unidad puede resultar complicado. Puede tener aficiones distintas, opiniones contrarias. Los problemas pueden surgir simplemente porque no comparte estilos culinarios con el resto de la familia o porque no le hacen gracia los chistes con los que los demás se desternillan.
Diferenciarte de las otras mujeres de la familia
Para evitar conflictos con las cuñadas, o tratar de reconducir la situación si no has empezado con buen pie, lo mejor es tratar de definir quién eres y qué lugar ocupas en la familia. Una cosa es una hermana, otra una pareja y otra una cuñada. Ni una ni otra tiene el mismo papel, en vuestra relación amorosa ni en la familia. Es algo a tener en cuenta, porque ninguna sustituye a otra.
Ni una hermana va a sustituir a una pareja ni a la inversa. Las dos figuras son importantes para una persona, pero también son complementarias y no excluyentes. Hay que tratar de buscar el punto en común entre estas mujeres para tratar de encontrar el equilibro en las relaciones de la familia.
Estrecha lazos con tu cuñada
La llegada de un nuevo miembro a la familia no suele ser fácil. Cada uno tiene su particularidades, su modo de ver las cosas y puede no estar acostumbrado a las formas de otras personas que, además, se conocen de tiempo atrás. Es por eso que, por el bien de la convivencia familiar, se ha de prestar apoyo para que le resulte más fácil.
Los nervios por intentar caer bien de primeras o el no saber muy bien cómo actuar puede llevarnos en ocasiones a crear situaciones incómodas y generadoras de discusiones. Para evitarlas lo más adecuado es saber algo de la otra parte. Ahí las cuñadas pueden ser una pieza importante, actuando como alguien cercano y en el que confiar.
Por ello es importante saber qué cosas le interesan y cuáles son los temas que pueden ser fuente de conflicto. Los primeros pueden ayudar a estrechar lazos y los segundos hay que evitarlos en la medida de lo posible. Si la cuñada es una apasionada de la cocina podemos sugerirle que nos ayude en los fogones, pedirle recomendaciones culinarias e interesarnos por sus platos favoritos. Así estará en un ambiente en el que se sienta cómoda y la conversación será más fluida.
Por el contrario, si la pareja de nuestros hermanos es una persona con fuertes convicciones políticas o religiosas y son opuestas a las de otros miembros de la familia lo mejor es no sacar el tema a colación para evitar discusiones innecesarias. El fútbol es otro de los asuntos fuente de conflicto en las reuniones familiares.