Una relación tóxica daña la autoestima, la felicidad, y el modo en que una persona se sitúa en el mundo. Sin embargo, a veces no resulta fácil identificar este tipo de relaciones, ya sea por falta de habilidad, porque el daño es muy paulatino, y está bien disfrazado, o porque la relación que perjudica llega a aportar otras cosas a las que algunas personas no están dispuestos a renunciar. Las parejas tóxicas pueden llegar a atrapar, como si fuera una especie de pantano con arenas movedizas y cuanto más se quiere librar alguien, más complicado resultará desengancharse de sus garras.
No se enseña mucho acerca de este tipo de relaciones y puede que este sea el principal motivo por el que no se deja lo que hace mal. En muchos casos cuando ya se recibe enseñanza al respecto, ya es demasiado tarde y la persona se encuentra herida. Aunque, hay que tener en cuenta que los errores son los grandes maestros de la vida. Por mucho que se busque, no se encuentra a nadie que haya podido despegarse de alguien tóxico de la noche a la mañana. Las relaciones tóxicas atrapan en una red negativa, como si fuera una especie de insecto en una tela de araña.
Consecuencias de una relación tóxica
En primer lugar una relación tóxica impide avanzar porque manipula aquello que reconforta de la existencia, destruye la personalidad de alguien, y no da permiso para pensar ni actuar como se quiere. En líneas generales no hace felices a las personas, y por supuesto hace que se haga cuesta arriba intentar desengancharse de esa red que ahoga, reprime, y lastima. Entre las principales señales que se dan en una relación y perjudican se encuentran las siguientes:
- El exceso de discusiones
- Faltas de respeto
- Tener poco cuidado, ya sea tanto propio como de la pareja
- Desarrollo de juegos psicológicos en los que uno y otro adoptan e intercambian el papel de víctima o agresor
También se da el poco reconocimiento del otro, es decir, las parejas tóxicas ya no son capaces de verse tal y como son, no hay amor, sino que se aferran a una imagen del otro creada en la menta que corresponde a lo que esa persona hizo hace tiempo. Hay una necesidad de andar de puntillas para no prender la mecha de la siguiente discusión, no se puede hablar con tranquilidad sobre como se sienten ambos. Los deseos y necesidades pasan a un segundo plano, al mismo tiempo que los gustos y opiniones son puestos en tela de juicio. Los celos y el control posesivo aparecen con frecuencia haciendo que la otra persona disfrute de ponerla en ridículo, cuestionarla, o regañarla en público.
Relaciones tóxicas que se deben evitar
Son varios los tipos de relaciones tóxicas que se pueden encontrar y que hay que saber solucionar cuanto antes.
Una parte de la pareja lo decide todo
Una de las relaciones dañinas más comunes son aquellas donde solo una persona está a cargo o decide todo. Es decir, quiere tener el control, no escucha las opiniones ajenas, no está de acuerdo en la justicia, ni en la equidad, haciendo que sea el individuo que crece, mientras que la otra cada vez se va hundiendo más.
Llenar vacíos
También existen las relaciones que cumplen función de llenar o completar un vacío existente, por lo que hay que cada uno debe sentirse pleno, sin que otro sea el encargado de sustituir las carencias.
Dependencia
El tercer tipo que hay que evitar son las relaciones correspondientes, aquellas en las que ambos integrantes son pasivos y dependen del otro para ser felices. Ya que no conocen lo que es la individualidad y precisan de la aprobación externa para realizar cualquier acción, además dan prioridad a las necesidades ajenas por encima de las propias en la pareja, haciendo que desaparezca el amor.
Otros tipos de relaciones tóxicas
La idealización o las expectativas surrealistas son un un tipo de relación tóxica porque se dan cuando se exige una perfección imposible de alcanzar, sobre todo cuando una persona espera que el otro se acostumbre a sus gustos. También, son relaciones dañinas las de esas personas que utilizan problemas pasados para justificar lo que hacen en el presente. Hay que decir que las relaciones de amor que están basadas en la mentira continúa son perjudiciales, ya que nunca se consigue saber que es cierto y que es falso.
Aquí se habla sobre el hecho de ocultar información, o lo que derrumbe la confianza, y el perdón no es un sentimiento genuino porque no hay intenciones de reparar lo que se ha dañado. Por último, hay que destacar las relaciones que se basan en la agresión y pasividad durante la comunicación, es decir, en vez de hablar de forma abierta se hace con indirectas o perjuicios. Esto conlleva a que radiquen palabras y actitudes hostiles, haciendo que desaparezca la atención al entablar un diálogo.
¿Cómo se sale de una relación tóxica?
Según una psicóloga asegura que pedirle a alguien que abandone una relación tóxica es difícil porque la dependencia que se ha desarrollado en el otro viene reforzada desde el entorno en el que vive la propia persona, y estar afectada por factores como la situación familiar, el miedo, o la falta de recursos. Por eso afirma que se debe rodearse de personas que hagan la vida más fáciles y den cariño y amor durante el proceso. La experta dice que es normal que la persona se sienta confusa, por eso es importante no esperar a dejar a la otra persona para dar el paso.
También se debe cuidar la salud emocional porque las relaciones que perjudican son conocidas por dejar una huella de secuelas psicológicas como la culpa, la confusión, el cansancio emocional o la vergüenza. Estas heridas requieren de tiempo y cariño para curarlas, y es normal sentir que se avanza lento. En el caso de las relaciones agresivas, es principal buscar apoyo en algún servicio en el que puedan dar los primeros pasos de la manera más segura posible. En definitiva, lo fundamental es escuchar las señales del cuerpo, trabajar por tener una buena autoestima y una vida personal rica. Una relación sana es aquella que suma en la vida de una persona, lo que hace sentir grande, más respetado, más seguro y tranquilo, y no lo contrario.