Tener un amor de verano es una de las mejores cosas que te puede pasar durante las vacaciones estivales y aunque es algo que tendemos a asociar con la adolescencia se puede dar y disfrutar a cualquier edad. Es una relación fresca, te permite disfrutar nuevas cosas y suele tener una temporalidad definida, lo que hace que nos quedemos con las cosas buenas de la relación y no haya lugar a discusiones.
Para disfrutar de un amor de verano tiene que quedar claro qué es, porque de otra manera puede haber malos entendidos en la pareja y que esto termine como el rosario de la aurora, justamente lo que no se busca, así que para sacar el máximo provecho a esta relación y disfrutar de unas grandiosas vacaciones os damos unos consejos que os irán de maravilla.
Vive el momento, porque tiene fecha de caducidad
La temporalidad es una de las características que definen a un amor de verano. Dura lo que duren las vacaciones, es algo bastante simple y fácil de entender, aunque es cierto que se puede dar el caso de que se extienda más allá. Así que bajo esa premisa no has de ver una relación a largo plazo y disfrutar de ella todo lo posible. De este modo la disfrutarás más y te evitarás dolores de cabeza.
Un amor de verano dura lo que duran las vacaciones y se circunscribe al lugar en que veranees. Parte de su encanto reside en estas limitaciones, porque si lo sacas de ahí o lo extiendes en el tiempo perderá parte de su magia. Lo vivís en una especie de burbuja que hace que cosas que podrían dar al traste con una relación como esa en esta ocasión no tengan influencia ninguna.
Esto hace que este tipo de relación se impregne de todo el entorno. Si veraneas en un pueblo de costa vuestra relación tendrá la playa y los chiringuitos como principales escenarios. Con eso la identificarás, no con visitas a centros comerciales ni fiestas multitudinarias.
No compares con otras relaciones
Comparar nunca es bueno, en muchísimos aspectos de la vida y en el caso de las relaciones nunca debe hacerse. Con un amor de verano no cabe lugar a la comparación porque todos ellos son diferentes y nada tienen que ver con otros noviazgos o idilios que hayas tenido.
La magia de un amor de verano es que pueden emparejarte con el alguien que en tu vida 'normal' no pegarías por mucho que lo intentaras. Da igual que tengáis gustos completamente opuestos en casi todo porque no llegaréis a tener que decidir sobre ellos ni el hecho de que penséis cosas opuestas os puede llegar a cabrear.
Todo lo contrario son ese tipo de cosas que se ven con encanto. Tú votas al PP y la otra persona a Podemos y podéis vivir una historia de amor en vacaciones porque no se habla de política cuando se está disfrutando de los días libres. Y si lo hacéis puede acabar por convertirse en un momento de pasión desenfrenada.
Es una historia efímera y no tendréis que vivir la rutina del otoño o el invierno cuando tengáis planes diferentes. En verano haréis lo propio de la temporada y los dos lo pasaréis bien. Aprovechad para hacer cosas que el resto del año ni se os pasaría por la cabeza hacer y dejaros llevar por la aventura.
Por eso no tiene lugar comparar ni la relación que surja en vacaciones ni a la pareja con lo vivido con otras personas. Un amor de verano es bastante idílico por lo que los otros siempre saldrían perdiendo.
Ni celos ni discusiones
Es idílico y todo es de color de rosa, porque de no ser así la relación dura un suspiro y buscarías a otra persona. Este tipo de relaciones duran lo justo para no entrar en discusiones ni problemas de celos, es toda la fase del enamoramiento, cuando no se ve nada más que lo bueno de la otra persona y lo que pueda haber malo queda completamente escondido.
Así que, ¿por qué estropearlo sacando malos rollos? Y eso debe imperar a la hora de la ruptura porque es algo que pasará y que deberás tener presente. Lo más seguro es que los dos viváis en ciudades separadas, tengáis distintos planes de vida y lo que uno quiere no encaja con lo que otro busca. ¿Por qué torturaros entonces con estirar algo que no tiene sentido una vez acaben las vacaciones?
Cierto que esta es la opción más común y también la visión más racional de un amor de verano, aunque hay casos en que se puede repetir la pareja en las vacaciones del siguiente año e incluso se puede convertir en una relación estable. Es lo menos común y, sobre todo si se vive en ciudades diferentes, cuesta mucho esfuerzo conseguirlo.
Si es tu caso, si esa chica o chico que has conocido en la playa crees que puede ser el amor de tu vida adelante, inténtalo. Pero procura que los dos estéis en la misma página porque en caso contrario vas a sufrir mucho cuando te des cuenta de que sólo uno de los dos quiere tirar por la relación.
Nunca se es mayor
Si piensas en amor de verano seguro que lo primero que se te viene a la mente es una pareja de adolescentes. ¿Se puede vivir algo así con 30, 40 ó 50 años? Por supuesto que sí. Incluso me atrevería a decir más: es del todo recomendable. A esas edades ya tienes claro que se trata de un idilio temporal, que cuando vuelvas a casa se habrá terminado y que como mucho de ahí puede salir una relación esporádica o una amistad.
Teniendo claras esas premisas disfrutarás aún más del amor del verano y de las propias vacaciones y crearás unos recuerdos que perdurarán durante años. Y al volver al trabajo no sufrirás porque no te haya llamado o sepas que tiene otra relación. Al fin y al cabo todos nos acordamos de los primeros amores y los de verano marcan casi tanto como las primeras parejas.